Continuamos con los temas enfocados al texto bíblico por motivo de que en septiembre se celebra el mes de la biblia. Y en ese sentido se abre una oportunidad para poder realizar un acercamiento desde la vida al texto y desde el texto a la vida.

Antes de mirar la enfermedad en el texto bíblico, veamos como lo define la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta define la enfermedad como "Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”.

Siguiendo la definición de Salud dada por la O.M.S., podemos identificar tres variables que conforman dicho concepto: Bienestar físico, mental y social.

La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor define el dolor como una experiencia desagradable sensorial y emotiva asociada a un daño que sufre el organismo (Moscoso 2011).

La enfermedad en el Antiguo Testamento

¿Cómo se define enfermedad en la cultura hebrea?

Para comprender lo que la cultura hebrea entiende por salud y enfermedad conviene servirse de las herramientas y conceptos que proporciona la moderna “antropología de la salud”.

Ésta, para definir el concepto de enfermedad, distingue tres perspectivas de significado, sirviéndose de la lengua inglesa: la dimensión física o biológica (disease), la subjetiva o personal o emocional (illness) y la dimensión social (sickness).

Los términos disease, illness, sickness, integran las dimensiones físicas, emocional y social, desde la parte social de cómo se veía la enfermedad, y se refiere a aquello que la sociedad produce y es causa de enfermedad, a aquello que la enfermedad provoca a nivel social, al reconocimiento que la sociedad hace del enfermo  y cómo le trata. Sin embargo, no se tenía mucho en cuenta la dimensión emocional de la enfermedad.

La enfermedad vista desde el Pentateuco o la Torá

Al observar los relatos de la creación, en los capítulos 1 y 2 del Génesis, dan a entender, que Dios creó al ser humano sano, completo e inicialmente ajeno al dolor, ya que todo estaba muy “bien” y es lo que culmina cada relato del día de la creación “y vio Dios que era muy bueno” particularmente el dolor, se entiende como algo posterior, consecuencia de la trasgresión humana (Gn 3,16). Del maltrato a la naturaleza y la falta de responsabilidad con la misma, además de las estructuras sociales que generan el mal.

En el Antiguo Testamento se consideraba que la enfermedad provenía del castigo de Dios por el mal comportamiento humano, la ley de retribución sostenía que los buenos tenían abundancia y bendiciones y los malos tenían escasos recursos y maldiciones.

De acuerdo al planteamiento en el Antiguo Testamento, Dios, que es considerado como la fuente y el dueño de la vida, permite la enfermedad en el ser humano, y junto con ella la “prueba” y la sanación.

Dios es fuente de salud

Es importante recordar que si bien es cierto que la sociedad del Antiguo Testamento cree que Dios es el causante de todos los males, no obstante, hay que decir que es de él emana toda la salud.

Es más fácil, incluso hoy día, decir que es Dios quien manda los males y la enfermedad en sentido general, lo que deja fuera de responsabilidad el mal proceder humano, que es causante de tanto mal existente.

Como se ha visto, la enfermedad toca todas las dimensiones del ser humano, impacta todos sus sistemas; pero también impacta la vinculación con la tierra y sus sistemas. La enfermedad es consecuencia del pecado social, es decir, del mal, de la desobediencia, o de la falta de cuidado y de las alteraciones que va recibiendo el planeta, además de las injusticias que comete la humanidad contra ella misma y contra toda la creación.

Es claro que Dios no quiere la enfermedad, no es su gusto que la creación sufra y gima de dolor, sin embargo, ante la libre decisión, vamos trazando los caminos que nos llevan a tales consecuencias.

Queda la conclusión que, si Dios no quiere la enfermedad, nace de sus entrañas el bien para sus criaturas, y ahí está la invitación, a cuidar la salud.