En el marco del inicio de una nueva gestión de gobierno (2016-2020) se han escrito varios artículos en la prensa con relación a la realidad de la escuela dominicana y a los desafíos que se tienen hacia adelante. Entre los trabajos más significativos podemos señalar los escritos de Dignora García, del Centro Poveda, los del educador Emilio Vargas y los excelentes reportajes sobre la difícil situación de las escuelas rurales de la zona de Padre Las Casas del periodista Vianco Martínez, publicados recientemente en el Digital Acento.

La pasada administración gubernamental (2012-2016) invirtió ingentes recursos económicos en publicidad para hacer creer a la población que se está realizando una “revolución educativa”; el aumento de la inversión en educación con el 4%, el proyecto de la ampliación del proyecto de jornada extendida, el aumento significativo de la construcción de aulas y la campaña nacional de alfabetización, así como el surgimiento del Instituto Nacional de Atención Integral a la Primera Infancia (INAIPI), serían elementos que caracterizarían el supuesto proyecto de transformación de la educación pública dominicana. No obstante esto, es necesario reflexionar sobre las verdaderas condiciones que harían posible una transformación de la educación pública dominicana, como elemento fundamental para la transformación de la sociedad.

Podemos decir que por más que el oficialismo lo proclame, aquí no se puede hablar en la actualidad de una real “revolución educativa”. P. Freire, famoso educador brasileño, afirmó la relación intrínseca que existe entre la educación pública concientizadora y la transformación de la sociedad y señaló que una es consecuencia de la otra.

En una sociedad como la nuestra, con alto grado de inconciencia, de clientelismo manejador de la consciencia pública, de violación de los principios éticos y de inversión de los valores políticos; con un Estado gobernado por una casta elitista, por una corporación partidaria esencialmente corrupta, corruptora y desalmada, difícilmente se promoverán cambios significativos en el área de la educación, ni en otra área de la vida pública si no es sobre la base de la presión pública y la articulación de fuerzas sociales: nuevas opciones partidarias articuladas con los grupos sociales, profesionales y comunitarios que estén en capacidad de ejercer  una lucha social estratégica y constante.

Entre los componentes principales que se articulan en torno a la labor educativa podemos considerar: Las relaciones interpersonales en las comunidades de aprendizaje, el currículo, la gestión pedagógica y administrativa y los procesos de formación y acompañamiento de directivos y docentes.

Uno de los aspectos más importantes que hacen posible el mejoramiento de los procesos educativos es la articulación, en torno a objetivos comunes, de los diferentes actores de lo que se llama la “comunidad de aprendizaje”. De esta comunidad forman parte  las y los estudiantes o participantes, las y los docentes, directivos, administrativos, las familias de las y los estudiantes, así como el liderazgo de las organizaciones de la comunidad que apoyan el desarrollo de los procesos de aprendizaje. Pues en torno al centro educativo se debe establecer una comunidad de aprendizaje, que apoyada por la comunidad local, se orienta hacia el logro de un objetivo común: mejorar la dignidad y la calidad de la educación para poder dar un aporte significativo al mejoramiento de la calidad de vida de la gente, en una comunidad determinada.

En cuanto al currículo que define los contenidos, así como las habilidades o destrezas para la vida a desarrollar en los procesos de aprendizaje y enseñanza, podemos señalar que en los últimos 25 años ha habido algunos avances significativos. A partir de la elaboración del primer Plan Decenal de Educación (1992-2002) se redefinió el currículo para los diferentes grados y niveles educativos. La mayor parte de las y los educadores coinciden en afirmar que se trató de un buen currículo. El problema mayor fue la falta de seguimiento por parte del personal técnico y directivo al personal docente. Eso permitía que cada docente trabajara un poco por su cuenta sin tener muy en cuenta lo definido. A partir del año 2010 se comienza a pensar en la realización de una nueva revisión y actualización curricular. Dicha tarea está actualmente en marcha.

La formación y el acompañamiento de los docentes y de los directivos constituyen desafíos constantes del sistema educativo. Esa formación tiene unos contenidos relacionadas con las áreas de especialización de las y los educadores y de los gestores o directivos que incluye la formación en metodología educativa. El otro elemento fundamental está relacionado  con la formación para fortalecer la responsabilidad y la ética profesional de las y los docentes y directivos.

A pesar de que en las últimas décadas se han desarrollado muchos proyectos y actividades formativas dirigidas a docentes y directivos, ha habido falta de continuidad en los procesos de formación y debilidades en la articulación entre unos y otros.

Otro aspecto a tener en cuenta, con relación al tema de la formación de docentes y directivos, es que la mayor parte de las universidades que se dedican a la formación de estos educadores y educadoras tienen un pensum que en la mayor parte de los casos, está descontextualizado de los ambientes y espacios de aprendizaje en donde se desarrolla la labor pedagógica y de las líneas pedagógicas prioritarias que se desarrollan en los procesos de aprendizaje y enseñanza. Lo mismo podría decirse de los estudios de especialización, de maestría y hasta de doctorado en ciencias pedagógicas que se desarrollan o se gestionan en las universidades dominicanas.

Aunque tal como afirmamos más arriba, es impropio hablar  de “revolución educativa” en el actual contexto dominicano, sí podemos apostar a desarrollar en el período 2016-2030, avances significativos en la formación de docentes, en la consolidación del proyecto de la jornada extendida, en la atención a la primera infancia, y en asegurar la continuidad educativa de las personas jóvenes y adultas que han comenzado su proceso de educación en el marco del Plan Nacional de Alfabetización, Quisqueya Aprende Contigo. De esta manera lograríamos un avance significativo en la creación de una escuela digna y de buena calidad para comenzar a pagar la deuda social que tiene el liderazgo social, económico, partidario y religioso con las mayorías excluidas y empobrecidas del territorio isleño.