Los que se han apropiado la paternidad de la “revolución educativa” en el país deben sentirse avergonzados ante los resultados internacionales presentados recientemente sobre la calidad de la educación dominicana.

Basta de historias sobre la revolución educativa nacional. No existe. Hay que convertirla en verdad y para ello se requiere “pensarla de verdad” y hacerla de todos, más que de un gobierno. La salud de la educación dominicana está tan deteriorada que hay que declararla en verdadero estado de emergencia.

La educación dominicana debe detenerse a reflexionar para “afilar la sierra”, para recuperar el tiempo perdido en el repentismo y la improvisación que generan un mimetismo educativo globalizado sin tamizar. Se hace necesario reexaminar y reemplazar supuestos nunca antes cuestionados.

Tenemos que sentirnos angustiados, inconformes, avergonzados con la situación de calamidad que vive la educación dominicana. Sólo la conciencia sobre la enfermedad nos llevará a procurar la verdadera medicina. No tenemos mucho tiempo, corremos el riesgo de que el mundo se nos vaya adelante. Hay que “revolucionar la revolución educativa”. Hay que ponerla en más manos y en más cerebros. Y dirán algunos que habrá de ponerla en “mejores manos y en mejores cerebros”.

Tenemos una escuela del siglo XIX, con maestros del siglo XX para estudiantes del siglo XXI. La puesta al día es más que urgente y reclama una “sensatez inteligente y dinámica”.  Reclama más creatividad, más innovación y una mayor democratización en la participación de los agentes del cambio educativo nacional, más allá del protagonismo de un ministerio o de universidades que en muchos casos resultan ser la antítesis del cambio.

Hay que erradicar el autoengaño, la demagogia y el triunfalismo político y académico que nos presenta una revolución educativa maquillada y con caretas de modernización. Si obviamos la sincerización frente al desastre educativo nacional, simplemente estaremos emprendiendo una carrera que conduce a ningún lugar.

Necesitamos nuevas cartas náuticas para reorientar la educación del país y sacarla del estado emergencia que genera taras insalvables que impactan negativamente los procesos sociales, económicos, políticos  y culturales del país.

Presentamos aquí algunas pautas tomadas del libro ¡Basta de Historias!, de Andrés Oppenheimer y que, entre otras,  pueden servir de agenda documentada para el nuevo debate sobre el estado de emergencia de la educación dominicana.

1. MIREMOS HACIA ADELANTE. La "fijación" latinoamericana con la historia nos está restando tiempo y energía para concentrarnos en el futuro. Hay que aprender de la India, China y otros países que, además de recordar con orgullo sus historias milenarias, asumen el futuro como una obsesión. Urge romper nuestra ceguera periférica, y "mirar menos al espejo y más por la ventana".

2. HAGAMOS DE LA EDUCACIÓN "UNA TAREA DE TODOS". La mejora de la calidad educativa no se logrará con la intervención exclusiva de los gobiernos. Para que los gobiernos inviertan en más y mejor educación, deben surgir coaliciones de organizaciones no gubernamentales que fijen metas concretas, y exijan su cumplimiento.

3. INVENTEMOS UN "PIB" EDUCATIVO". Son muchos los economistas que consideran que el crecimiento económico por sí solo no va a erradicar la pobreza, a menos que vaya acompañado de una mejora significativa de la calidad educativa. Si no se mejora la educación de los sectores marginados de la sociedad, difícilmente los latinoamericanos tendrán acceso a buenos empleos y a una mejor calidad de vida, por más que mejore la economía.

4. INVIRTAMOS EN EDUCACIÓN INICIAL. La mejor inversión en educación es la que se enfoca en el nivel inicial. En el primer año de vida, el cerebro de un niño se duplica en tamaño. Es como una esponja que absorbe información, si se provee de la estimulación temprana adecuada. En esa etapa, la educación constituye una ventana de oportunidad que si se pierde es muy difícil recuperarla después.

5. CONCENTRÉMONOS EN FORMAR BUENOS MAESTROS. Todos los estudios internacionales sobre el mejoramiento de la calidad educativa llegan a la conclusión de que los mejores sistemas educativos del mundo son aquellos que elevan la calidad de los maestros. Los maestros poco capacitados tienen un impacto negativo profundo en el aprendizaje, especialmente durante los primeros años de escolaridad.

6. DÉMOSLE ESTATUS SOCIAL A LOS PROFESORES. Resulta imposible atraer a los mejores estudiantes para que se dediquen a la docencia, si no tienen el estatus social de otros profesionales y ganan salarios de hambre. Cualquier sistema educativo que no asume este elemento con un mayor compromiso está condenado al fracaso. Aquí esto es una materia pendiente.

7. OFREZCAMOS INCENTIVOS SALARIALES. Es válida esta experiencia. El presidente Obama está revolucionando el sistema educativo de los Estados Unidos mediante un programa de estímulos salariales "Carrera hacia la Cima", que consiste en otorgar incentivos salariales a los profesores, según los resultados que obtengan sus alumnos en los exámenes estandarizados internacionalmente. Se podría dedicar a este programa el 1% del presupuesto nacional para educación.

8. HAGAMOS (VERDADEROS) PACTOS NACIONALES. Una de las materias pendientes en Latinoamérica, y una de las más urgentes, consiste en llevar a cabo pactos nacionales entre los principales partidos políticos, sectores empresariales y de la sociedad civil para realizar profundas mejoras educativas y garantizar la continuidad de las mismas. Pero pactos democráticos, responsables y aterrizados. Involucremos a los ayuntamientos para formar “ciudades educadoras”.

9. ROMPAMOS EL AISLAMIENTO EDUCATIVO. Hay que procurar que los profesores y estudiantes se pongan en contacto con otros pares de otras culturas, de las cuales se puedan asimilar progresos posibles. Esto va más allá de la controversial iniciativa de importar profesores, aquí podemos formarlos. ¡Rompamos la insularidad educativa!

10. ATRAIGAMOS INVERSIONES DE ALTA TECNOLOGÍA. El progreso tecnológico no se da al azar, es el resultado de políticas gubernamentales que posibilitan las inversiones extranjeras en alta tecnología, las cuales a su vez demandan de recursos humanos calificados. Supone también que las instituciones de educación superior enfaticen la formación en ciencias aplicadas e innovación.

11. FORMEMOS " EDUCACIÓN INTERNACIONAL". Se requiere de una organización internacional no gubernamental que presione a los gobiernos en materia educativa, similar a lo que hace Transparencia Internacional en materia de corrupción. Las evaluaciones internacionales, tales como PISA, deben despertar preocupación en los gobiernos y en los diferentes sectores de la sociedad. Esta vigilancia  deberá complementarse necesariamente con el monitoreo de instituciones nacionales.

Observemos seriamente la catástrofe educativa nacional. Seamos parte de la solución. Evitemos que manos poco limpias  “toquen la crisis” para traer alocadas soluciones. El futuro del país demanda a gritos una mejor educación. Aprovechemos la crisis educativa para construir sobre las ruinas.