Señor Presidente, esto no es correcto, se constituye en una monstruosa e insólita conspiración del Estado contra el pueblo dominicano que lo eligió y usted ni tiene derecho ni debió hacerlo. Es una retranca al progreso, una vergüenza. Me explico:

La educación dominicana necesita de profundas transformaciones, esencialmente retomar los caminos y la visión de la educación hostosiana, la educación laica, la de Bosch que ha de basarse en la ciencia, en el conocimiento objetivo y no en creencias supersticiosas involutivas que prevalecen en mayor medida en la nación haitiana, la que la Iglesia aquí difunde y promueve.

Sin embargo, la dirección del proyecto de “Pacto Educativo” se ha puesto en manos de Lutero, en manos de la Iglesia Católica de Roma, la institución ideológica medieval que destronó a Hostos, la que siempre ha conspirado contra el sistema educativo público dominicano para imponer sus intereses particulares.

Y como era de esperarse, con el timón en sus manos, los eternos manipuladores de la educación han dejado fuera a la Universidad Autónoma de Santo Domingo, al más alto órgano educativo del Estado, bastión y cuna de las ideas progresistas y liberales, sus enemigos naturales. Les han dado el timón, escucharán a todos y terminarán haciendo que les venga en ganas. Puro teatro.

Señor Presidente usted ha actuado indelicadamente y le ha entregado la dirección del Pacto Educativo a la Iglesia Católica, le ha entregado la soberanía nacional de la educación pública a un Estado ajeno, al Estado multinacional “político-religioso” que desde siempre ha actuado en contra de la dominicanidad, el que derrocó a Juan Bosch el que lo llamó comunista, en contra de los principios progresistas y liberales que nos legó Juan Pablo Duarte, al que excomulgó, pues han sido nuestros impenitentes traidores.

Con esto se le ha confirmado a la Iglesia ser la dueña y señora de la educación dominicana, avalando lo dicho por el capítulo XXII del Concordato Trujillista:

1. La enseñanza suministrada por el Estado en las escuelas públicas estará orientada por los principios de la doctrina y de la moral católicas.

Pero esto, por demás inconstitucional, constituye una renuncia a la soberanía nacional y parece que la estamos perpetuando.

Señor Presidente usted ha amarrado al perro con longaniza y lo ha puesto a cuidar el hueso. No se muestre genuflexo, cásese con la historia, ponga a alguien neutral al frente de este Pacto Educativo y denuncie la anulación del Concordato.

La Iglesia ha sido la eterna asesina de la educación dominicana.

Mientras tanto: Esto del “Pacto Educativo” no es más que un triste “circo romano”.

¡Qué salgan los payasos!