[Comparto con mis lectores un extracto del prólogo que escribiese a la obra de Allan Brewer-Carias, intitulada “Crónica constitucional sobre una Venezuela en las tinieblas” (Buenos Aires: Olejnik, 2019), recientemente puesta en circulación].

Cuando escribí  en 1991 mi tesis de maestría en ciencias políticas y asuntos internacionales en la New School for Social Research sobre “Transiciones pactadas a la democracia: los casos de Venezuela (1957) y Colombia (1958)”, parecía posible y plausible, en medio de las transiciones pacificas a la democracia en América Latina y Europa del Este, transitar del autoritarismo a la democracia en base a pactos entre las elites (“from above”) presionados desde abajo (“from below”) y que estableciesen una “democracia consocional”  o consensual. Y los casos de Colombia y Venezuela de transición de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla y de Marcos Pérez Jiménez a la democracia, que establecieron regímenes estables y democráticos, hoy tan denostados, parecían modelos a seguir. Hoy, sin embargo, no existen partidos políticos de la fortaleza de hace 60 años, que permitan una transición basada en pactos multipartidistas como fueron el del Frente Nacional en Colombia y el de Punto Fijo en Venezuela.

En el caso chileno, Pinochet convocó un plebiscito, lo perdió, aceptó sus resultados y transfirió el poder a un presidente electo por el pueblo. Luce entonces que es más fácil salir de una dictadura que respeta ciertas libertades –aun sea las económicas-, los llamados “liberalismos antidemocráticos”, al estilo del Chile de Pinochet, o de dictaduras “desarrollistas” como las de Rojas Pinilla y Pérez Jiménez, que de una democracia autoritaria o antiliberal, como la de la Turquía de Erdogan o la venezolana, que, aparte de no respetar los derechos del catálogo liberal, viola ya el principio democrático y ha mutado de una especie de “híbrido de autoritarismo y sultanismo”  a una dictadura pura y dura.

Aunque parezca cruel, y sin compartir en modo alguno sus premisas ni sus conclusiones, que sirven de base a un ilegitimo e inconstitucional “liberalismo autoritario”, inspirado en el “Estado fuerte” para un sistema económico de mercado libre, postulado originalmente por Carl Schmitt, no dejaba de tener cierta razón el economista Friedrich von Hayek, por lo menos en lo que respecta a las posibilidades de transitar a la democracia desde un régimen “liberal-autoritario”, cuando, en declaración al diario chileno “El Mercurio” en una de sus visitas al Chile de Pinochet en 1981, afirmaba:

“Yo diría que estoy totalmente en contra de las dictaduras, como instituciones a largo plazo. Pero una dictadura puede ser un sistema necesario para un período de transición. A veces es necesario que un país tenga, por un tiempo, una u otra forma de poder dictatorial. Como usted comprenderá, es posible que un dictador pueda gobernar de manera liberal. Y también es posible para una democracia el gobernar con una falta total de liberalismo. Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente. Mi impresión personal –y esto es válido para América del Sur- es que, en Chile, por ejemplo, seremos testigos de una transición de un gobierno dictatorial a un gobierno liberal. Y durante esta transición puede ser necesario mantener ciertos poderes dictatoriales, no como algo permanente, sino como un arreglo temporal. Desafortunadamente, en estos tiempos las democracias están concediendo demasiado poder al Estado. Esta es la razón por la cual soy muy cuidadoso de distinguir entre ‘democracias limitadas’ y ‘democracias ilimitadas’. Y obviamente mi elección es por las democracias limitadas. En algunos países, las mayorías son capaces de convertirse en grupos discriminatorias que favorecen a ciertas personas en detrimento de otras. Para mí se trata de democracias ilimitadas. Por otro lado, la democracia limitada debe ser capaz de dar a los propios grupos de contribuyentes las mismas posibilidades que al resto”. 

Sin embargo, la situación de Chile bajo Pinochet no es la misma de Venezuela bajo Maduro. Por eso el primer paso hacia la democracia debe ser, tal como ha procedido con innegables inteligencia y creatividad la oposición venezolana, con fundamentos jurídico-constitucionales tales como los que avanza Brewer-Carías en el supra indicado libro, desde la movilización civil y política nacional con el apoyo de la comunidad internacional, hacia el desplazamiento y sustitución del gobierno ilegitimo de Maduro y la asunción plena y efectiva de un gobierno provisional bajo la égida de la Asamblea Nacional y del Presidente encargado Juan Guaidó, que pase a convocar elecciones libres, democráticas, con supervisión nacional e internacional.