Ahí está la prueba fehaciente de que en la diáspora no cabe el olvido. Ahí está la demostración de que la lejanía y el american way of life no le impone indiferencia. Ahí está la evidencia de su legítima conciencia ciudadana frente a lo que nos pasa en este turbio tramo de nuestra historia. Ahí está la demostración de que ser patriota es mucho más que cantar el Himno e izar la Bandera Dominicana. Ahí están, pues, los hechos de Manhattan: la diáspora dominicana hace lo que aquí no se hace: causarles pesadilla cada día, cuando van por allá, a los responsables de la corrupción que envilece a esta Patria.