La democracia, en tanto “gobierno para el pueblo”, debe tener legitimidad de resultados, es decir, es el pueblo el que se tiene que ver beneficiado por la gestión del gobierno. Sin embargo, en la democracia dominicana que nos ha tocado vivir en los últimos años sólo los allegados, asociados e “incorporados” al gobierno son los beneficiados. Sin temor a equivocarnos, podemos decir que estamos viviendo una democracia poco virtuosa que al mismo tiempo genera grandes descontentos, decepciones e inseguridades.
Pero no sólo poco virtuosa, sino que exhibe “actitudes conducentes a la estabilidad autoritaria, a la democracia inestable y a la democracia en riesgo”. Así lo deja ver el retrato de la democracia dominicana presentado recientemente por el Barómetro de las Américas del Proyecto de Opinión pública de América Latina (LAPOP) cuyos resultados se logran mediante encuestas basadas en muestras nacionales aplicadas a adultos en edad de votar, y que no sólo miden percepciones, sino también experiencias relacionadas con los elementos ponderados por la opinión pública. Pongamos en la agenda del país, y en nuestras agendas como ciudadanos, el debate sobre nuestra democracia a partir de lo que ve el informe LAPOP 2014.
Uno. El 38.8 % reporta la inseguridad como el problema que más preocupa a los dominicanos. El país se ubica en una posición relativamente alta en comparación con otros países de la región. El 71% de los encuestados reportaron que han ocurrido robos en su barrio en los últimos doce meses.
Dos. Relativo a la venta de drogas ilegales en los barrios, el país ocupa el tercer lugar en la región. Un 58% reportó que en su localidad se registra le venta de drogas. El país registra la tasa más alta en la región en esta actividad delictiva.
Tres. En cuanto a la situación económica de los hogares, el país tiene uno de los promedios más desfavorables entre los países de la región. El 68% reporta que su ingreso no le alcanza para vivir y experimentan dificultades económicas.
Cuatro. El país muestra una alta tasa (23.3%) de victimización por corrupción. Entre los países de la región nuestro país ocupa el octavo lugar en cuanto a experiencias directas de corrupción. Ha experimentado un aumento durante el periodo 2008-2012. El 53% de los encuestados considera que la corrupción está muy generalizada. Se tiene la percepción de que la corrupción en el gobierno supera el promedio de la región, situándose en el octavo lugar en este aspecto de la corrupción general.
Cinco. En cuanto al nivel de confianza en los gobiernos locales, el país se encuentra entre los que se reportan con nivel menor, debido a la corrupción, la inseguridad física y la mala calidad de los servicios.
Seis. En cuanto a los niveles de confianza en las instituciones, en la República Dominicana, la Policía Nacional recibe un promedio de confianza un deterioro progresivo, mostrando un 46.6% en el 2008 y un 35.6% en el 2014. En cuanto al sistema judicial, el nivel de confianza es un 38.5%, quedando ambos por debajo de los promedios de la región.
Siete. En cuanto a los valores democráticos y comportamiento político, incluyendo las normas democráticas y el apoyo a la democracia, la participación política y cívica, el partidismo, el clientelismo político y la evaluación del desempeño del gobierno, la República Dominicana se sitúa en el promedio regional o por debajo del mismo en el apoyo difuso al sistema político.
Ocho. El país experimenta altos niveles de clientelismo político. El 31.5 % de los encuestados reportó conocer personas que habían recibido una oferta clientelista, mientras que el 24.4% dijo haberla recibido directamente. El país ocupa el primer lugar en la región en cuanto a oferta clientelista.
Nueve. El acceso al gasto social o la transferencia condicionada de dinero también presentan niveles altos en el país, colocándose en el primer lugar en estos indicadores entre los países de la región. El acceso de la Tarjeta Solidaridad –considerado como un programa de transferencia condicional- llega hasta un 38% de los hogares de los entrevistados. Los que simpatizan con el PLD reciben la Tarjeta Solidaridad en mayor proporción que los que no simpatizan por ningún partido, “lo que sugiere que proveer servicios sociales a los ciudadanos tiene el potencial de generar beneficios en términos de apoyo político.
Diez. En lo referente a las actitudes sobre los migrantes, el nivel de discriminación experimentado por los haitianos fue de 48%. Las actitudes hacia los haitianos se han deteriorado, al mismo tiempo que cambios en el sistema legal han degradado el estatus de los dominicanos de ascendencia haitiana y de los inmigrantes. Las actitudes sobre la inmigración en general –no sólo sobre la inmigración haitiana- se han deteriorado en los últimos años, bajo el alegato de que los inmigrantes les quitan oportunidades de trabajo a los dominicanos.
Tristemente, es la democracia que tenemos. Hecha bajo la arquitectura de los que hoy nos gobiernan y los que en un ayer temprano nos gobernaron. Esta es la democracia dominicana que hoy vivimos: sencillamente debilitada, mutilada, irrespirable y poca virtuosa. Los dominicanos merecemos una democracia diferente. ¡Hagamos lo posible por cambiarla!