La  sociedad dominicana celebra la Mesa de Diálogo que en el día de hoy se producirá entre el Ministro de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores. Ambas instituciones exhibieron hace pocas semanas una gran capacidad de diálogo; establecieron relaciones  cercanas y comprometidas con el avance y la cualificación del Sistema Educativo Dominicano.  Esta cercanía y disposición al diálogo llevó a estas instituciones a reunirse para pasarle revista a la situación de los estudiantes, de los maestros y de los centros educativos. Juntas, recorrieron parte de la geografía nacional y  regiones del territorio educativo dominicano.

Se confirma que el Ministerio de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores iniciaron, en meses anteriores, un proceso dialógico esperanzador, pero parece que este diálogo se cimentó en unas bases frágiles e inconsistentes. Esta realidad aumentó la incertidumbre con respecto al fortalecimiento de la calidad de la educación, de la dignificación del magisterio nacional y de la colocación del Sistema Educativo Dominicano en una posición más respetable a nivel nacional e internacional.

En este contexto, nos sentimos más que satisfechos con la disposición al diálogo que de nuevo muestran el Ministerio de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores. El diálogo es un proceso que permite una comunicación diáfana; posibilita una interlocución orientada por intereses comunes y con una firme voluntad de entendimiento recíproco. Disponerse a dialogar exige de ambas partes deponer posturas prejuiciadas y dinamizadas por la filosofía de la sospecha. Se requiere una cultura dialógica que constituya para ambos sectores un imperativo.

Plantearse la cultura dialógica requiere ponerle atención a las actitudes ante el diálogo, a los valores que le dan sentido, a las relaciones que se establecen,  a los acuerdos y a las decisiones que se van construyendo. Las actitudes afirmativas favorecen el diálogo porque crean confianza, fortalecen la credibilidad, estimulan los esfuerzos conjuntos e incentivan la postura proactiva. Este tipo de actitudes le aportan direccionalidad al diálogo y posibilitan la ocasión de rectificar y de repensar lo que se asume como eje central del diálogo.  Además, las actitudes positivas generan un clima que facilita la búsqueda conjunta de las estrategias y de las vías más idóneas para la solución de los problemas.

La formación de las actitudes constituye una tarea de toda la vida. Las personas que asumen el diálogo para la solución efectiva de los conflictos y situaciones difíciles muestran y comparten actitudes flexibles y reflexivas. Esperamos que estas últimas actitudes prevalezcan en todo el proceso de negociación entre el Ministerio de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores. La rigidez y los tonos duros no resuelven, mejor encienden los ánimos, radicalizan las posiciones y producen desgastes humanos, profesionales y sociales.

A su vez, los valores tienen una función importante en la cultura dialógica. Una de sus funciones es la construcción del sentido del diálogo. Esta fase del proceso dialógico requiere un empeño compartido. Cada institución y las personas que participan en la Mesa de Diálogo tienen que darse cuenta de que están en un espacio donde se produce un intercambio permanente de valores que se van convirtiendo en una red. Esta red de valores contribuye a la definición del sentido del diálogo, al tiempo que crea cohesión entre las partes dialogantes, porque encuentran puntos comunes y detectan los nudos que requieren atención. El cuidado de los valores que priman en el diálogo es compromiso de los participantes en la Mesa de Diálogo. Cada participante debe tender a identificar qué valores aporta, qué valores debería aportar para garantizar resultados significativos en beneficio de los aprendizajes de los estudiantes, en  favor de la formación y calidad de vida de los s y en ayuda de la educación de la sociedad.

Asimismo, las relaciones que se establecen en el diálogo adquieren una elevada relevancia. Fortalecen la corresponsabilidad y la institucionalidad de los acuerdos. Son relaciones caracterizadas por la sinceridad y  la nitidez. Para que estos rasgos afloren es necesario que los participantes en la Mesa de Diálogo tengan en  cuenta que la opacidad no funciona y que es necesario andar en verdad para que las relaciones sean saludables y duraderas. Las relaciones que se establecen demandan de los participantes  voluntad firme y disposición al cumplimiento de las tareas. Esto implica que todos tienen que trabajar para que el diálogo se sostenga en el tiempo; y para que los acuerdos se ejecuten con el respaldo compartido y el seguimiento permanente. 

  Los Acuerdos constituyen uno de los frutos más valiosos de una Mesa de Diálogo. Son el resultado de la articulación de fuerzas, de la negociación de actitudes, de valores y de ideas. De igual modo, son expresiones de la voluntad orientada hacia una dirección: la solución del problema  que preocupa y convoca a todos. Los acuerdos son económicos en el lenguaje pero de una precisión certera. No resisten la ambigüedad. Tienden a ser consistentes y concretos.  Arribar a los acuerdos supone un proceso intenso de trabajo y de renuncia a la búsqueda de intereses individuales.

Es necesario que prime el bien de la colectividad, el bien social. En la Mesa de Diálogo del Ministerio de Educación y la Asociación de  Profesores, los Acuerdos tienen que devolverles la paz a las familias dominicanas, a los millones de estudiantes que están en las aulas, a los miles de profesores que luchan por recuperar espacio digno en la sociedad y en el trabajo, a los dirigentes de la educación dominicana que reconocen la relación directa entre calidad de vida de los maestros  y calidad de la educación. Los acuerdos requieren vigilancia, veeduría sistemática para que las instituciones compromisarias actúen con responsabilidad y transparencia ante lo que se acuerde.

Manifestamos nuestro interés en que el conflicto MINERD-ADP se resuelva desde un diálogo informado, pensado y  comprometido con el bien de la educación dominicana. Este bien ha de reflejarse en decisiones orientadas a la solución real de los problemas que se discuten y se analizan; y con perspectiva integral.