El gourde, la moneda nacional haitiana, se ha devaluado con relación al dólar un 20% durante los últimos seis meses y en un año su devaluación pasó de 63 gourdes por dólar a 83 gourdes, es decir un 32%. Eso equivale a que el peso dominicano en un año se hubiese devaluado de 50 pesos por dólar a 67.
Como resultado de la fuerte devaluación del gourde y también debido a la expansión del crédito del Banco Central haitiano, el costo de la vida ha subido más de un 10%, afectando ingredientes importados básicos de la canasta familiar como lo es el arroz, la harina de trigo, el maíz, los frijoles, el azúcar y los aceites vegetales.
Haití fue el último país en el continente en contar con un Banco Central. pues fue creado en 1979, mucho después de los de las islas anglo parlantes en la década de los sesenta, con motivo de su independencia. Ha contribuido a la devaluación y a la inflación por su política de expansión, como lo fueron los “inorgánicos” (emisión de pesos sin respaldo de dólares) de nuestro Banco Central, durante las cuatro primeras décadas después de desaparecida la tiranía trujillista. Varios, incluyendo quien esto escribe, sugirieron al gobierno haitiano no crear un Banco Central, sino mantener la dolarización como la tenía Panamá y luego lo hicieron Ecuador y El Salvador.
En julio pasado, como parte de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se subieron hasta en un 51% los precios de los combustibles, lo que provocó tanto la renuncia del Primer Ministro Lafontant, como el echar para atrás esa medida. El precio internacional del petróleo no había subido, pero sí su valor en gourdes, debido a la devaluación. Además, los fondos de Petrocaribe habían sido aplicados en parte para subsidiar esos precios.
Es a través de ese perfil inflacionario y también debido a la actual sequía que hay que analizar la violencia actual en Haití, que hasta ha resultado en la cancelación de su tradicional carnaval. En adición, un aspecto político es la demanda de someter a la justicia a los que se enriquecieron ilícitamente con los fondos de Petrocaribe. Una auditoría del Tribunal de Cuentas evidenció irregularidades en el manejo de los mismos entre 2008 y 2016 y señalaron a 15 ex ministros y también funcionarios y hasta una empresa que dirigía el actual presidente Jovenel Moise antes de asumir el cargo. El actual senador dominicano Felix Bautista está involucrado también. De toda la ayuda internacional resultante del terremoto del 2010 (BID, Banco Mundial, USAID, Unión Europea) la única que no fue ligada a proyectos y fiscalizada adecuadamente, fueron los fondos de Petrocaribe. Al igual que su aplicación en República Dominicana simplemente entraron al presupuesto nacional para su libre uso. La oposición haitiana exige la renuncia de Moise.
Es difícil combatir la inflación y la devaluación haitiana. La comunidad internacional se siente agotada con sus esfuerzos por ayudar a ese país y la condicionalidad del FMI resultó políticamente no viable. Aunque las remesas llegaron a una cifra record el año pasado (al igual que en República Dominicana, México, Colombia, Brasil y Guatemala) debido al aumento del empleo en Estados Unidos y estas constituyen la fuente principal de divisas en Haití, ni el turismo, ni la inversión privada extranjera, ni la ayuda internacional repuntaron. Al igual que la parte oriental de la isla, Haití cuenta con recursos mineros, algunos muy cercanos a la frontera, pero las condiciones políticas no han permitido su explotación, como ha ocurrido en el caso dominicano, aunque no a su máxima potencia.
El sistema político haitiano dificulta encontrar soluciones. Se adoptó el modelo europeo de un presidente (Moise) y un Primer Ministro (Jean Henry Céant) y, además, un Parlamento con mucho poder y que pocas veces apoya al ejecutivo. La presión internacional logró que se disolviera un ejército fuente de inestabilidad y corrupción, siendo sustituido por una policía bien entrenada cuya membresía nunca ha llegado al nivel adecuado. Sin embargo, la presión de los “veteranos” logró recrear al ejército.
La actual escasez de gasolina ha contribuido a “echar candela” y “prender” aún más la violencia callejera.