No hay conversación más rica

que aquella entre la hija y su papá,

especialmente cuando la hija

 

es adolescente y su papá un héroe

sin falta salvo aquél de la práctica

testaruda de las formas religiosas

o de la obsesión con la cerradura.

Debe ser algo poético, además

de ser loco, fijarse en aquel globo

de la puerta, la casa segura aunque

más allá del patio de atrás hay

un árbol majestuoso que ha crecido

con la casa, más de 60 años sin freno,

y ahora el hombre cierra ventanas

y puertas, pero deja el árbol tranquilo

para mañana cuando venga la tormenta

que según el pronóstico amenaza

el suministro de electricidad y hará

tumbar postes y ciertos árboles.

¡Ay basta con la poesía del miedo!

Abraza a la hija a tiempo y apretada.