Quienes pasamos de los 30 años recordaremos las repetidas historias de tres patines acusado de diferentes hurtos a sus eternas víctimas Rulesindo y Nananina.

Pese a lo reincidente de los personajes y sus historias el pueblo mantiene la fidelidad a los mismos renovando las risas aunque el capítulo sea repetido.

He afirmado que las campañas son el engendro de la locura que hace aflorar los sentimientos guardados en el alma de un candidato a veces poco creíble y que busca en la necesidad de un pueblo sediento de certezas, su mejor escenario para verter sus ideas no importa si desgastadas, porque en cada elección afloran las mismas cosas y se recurren a las mismas estrategias.

Por ejemplo, en 1962 el profesor Juan Bosch, candidato presidencial del PRD, expresó lo siguiente: “Estamos cayendo en un lodazal; y si los líderes políticos no le ponen un alto a la carrera de insultos y de infamias y de mentiras en que está hundiéndose el país que no se haga nadie ilusiones; la democracia no puede establecerse sobre bases tan sucias y tan débiles como las que estamos echando aquí”.

Días después hizo mención de una de las grabaciones que utilizaron en su contra, donde supuestamente la oposición escogió a dos cubanos para hacer una campaña de anónimos en la que se utilizó el nombre de su esposa, acusándola de ser agente de Fidel Castro.

En cada elección electoral las acusaciones de corrupción con pruebas y sin pruebas son presentadas a la ciudadanía y este recurso ha sido tan desgastado que ya ni caso le hacen y no generan más que burlas.

En cada caso de la tremenda corte el resultado será el mismo, los sujetos serán los mismos; solo variarán los casos, pero no los protagonistas. De igual manera en las campañas, puede que cambien de personajes pero son los mismos partidos.

La única diferencia entre la tremenda corte de tres patines y las campañas electorales nuestras es que, aunque el final sea el mismo, al mismo tiempo es diferente, me explico: Todos sabemos que en la tremenda corte, el tremendo juez, terminará condenando a tres patines o al menos así sucede en la mayoría de los episodios. En el caso de las campañas todos sabemos que los acusados no terminarán en la cárcel porque igualmente los tremendos jueces llamados a juzgarlos son parte de la misma camada que los acusa.

Por lo menos, en el caso de la tremenda corte, el tremendo juez es insobornable y jamás se presta a ser cómplice de las diabluras de tres patines. En el caso de la campaña no. Lo terrible de todo esto es que, aunque sepamos el final de tres patines, al final nos reímos y pasa todo.

En el caso de la campaña, aunque el final sea el mismo, nos indignamos y no pasa nada. Los mismos partidos seguirán con las mismas acusaciones y guardarán los nuevos casos para la próxima campaña y es así como nos vamos reeditando en cada episodio de tres patines, pero a la inversa. El tremendo juez de la tremenda corte jamás resolverá el tremendo caso porque el acusado es tan tremendo que el tremendo caso le queda grande al tremendo juez.

Creo que solo el tremendo pueblo será quien algún día habrá de exigir que desaparezca Tres patines, pero no el que nos hace reír, sino el que nos hace llorar.