De seguro la crónica de nuestro agridulce Siglo XX mencionará los grandes líderes políticos (incluyendo a su ringlera de tiranos y farsantes), los principales inventores de todas las cosas (incluyendo el mabí seibano), los mejores artistas de todos las fiestas (incluyendo a Fefita la Grande)  y las grandes ocurrencias de su pueblo (incluyendo relajos, triunfos y fracasos). Pero no podrá dejar de mencionar a uno de los héroes más carismáticos de las últimas generaciones: Jack Veneno, el campeón de la bolita del mundo, que merece esa estatua que hace un par de años fue develada en el Eugenio, espacio de sus grandes hazañas.