Se le ha visto siempre sonriente y fragante, sin vestir traje sastre a lo macho; baila salsa y bachata en fiestas de mucha gente, y hasta se da su petacazo; se mueve sin gran aparataje y visita a la gente sin rígidas formas protocolares; no ha hecho grandes declaraciones políticas y sólo ha abogado por lo que la gente pide: “Transparencia”. (¡Qué raro…el 27 de febrero no estuvo en el Congreso!). Sí, Robin S. Bernstein es lo menos parecido a un típico embajador del gran imperio… (De chepa no salió a recibir el manifiesto de protesta por el ingerencismo yanqui en Venezuela y, de paso, saludar a Narciso).