A Hildergarda
¿Curiosidad, aturdimiento, admiración? Mis ojos conocían de la belleza, la belleza sutil, la belleza cromática, la belleza de la luz crepuscular, pero últimamente, solo deseo la belleza reposada con bondad. Es tan diáfana –la belleza- ahora transcurridos los años, que la belleza con bondad une a aquellos que no pueden ser indiferentes transeúntes con la vida.
¿Sabes? –La belleza se esculpe a partir de probabilidades temporales; no es sólo la conciencia armónica de la naturaleza, es también, creo y pienso, la sorpresa que trae al retozar con dulzura en los días o cuando alguien –aún mas travieso que la belleza- orquesta una sorpresa.
Llevas en tu haber el récord de deleitarme con sorpresas. Eres la divina Hada de las sorpresas. ¿Sabes que el día está color gris, al igual que los días en que los navegantes van con agrado hacia el horizonte?
Un ejemplo de la belleza reposada con bondad son los lirios… Agua-clara, agua-pura es la que da vida a los lirios. Los lirios son bellos, de olor al aire íntimo que el cosmos derrama en la habitación que conoce del pensamiento, de las inquietudes, de las apariencias, del éxtasis de las almas que atrapan el agua-clara y el agua-pura del no-decir.
Los lirios habitan la ciudad evocada de los sueños. Los lirios traen un olor de andanzas, siendo estas andanzas inmediatas formas de provocar a lo ficticio de la eternidad.
Los lirios son una realidad cíclica: nacen para hacernos sentir la magia de la belleza, porque ellos –con su perfume de encantamiento-nos permiten dar una lectura inmensa a las carcajadas de la felicidad con sentido lírico.
¿Sabes, Hildergarda? no das tregua alguna, cuida del nosotras, siendo Tú a ratos quien celebra de manera jovial el orden de la alegría y de la felicidad. ¿Qué sería la vida sin ti, pregunto? Y, yo respondo:-inmensa soledad… pero haces que mis ojos sean un mar de lágrimas. Tú, que me has visto llorar, sabes cómo provocar esa fuga de emoción.