Semanas atrás escuché a un oficial del ejército mostrar con orgullo, a un colega suyo, las manifestaciones de reconocimiento que había recibido de quienes habían sido sus subordinados por dos años. El hecho en sí me hubiera pasado inadvertido si no hubiera sido por una curiosa aclaración que hizo el mismo oficial.

-Comando, este reconocimiento tiene para mí más valor que cualquier cantidad de medallas y condecoraciones que me hubieran concedido.

En ese preciso instante cobré consciencia de algo:

Ese oficial, que estaba evidentemente orgulloso de su reputación y estima ante sus subordinados, entendía que ese mérito trascendía, con mucho, cualquier reconocimiento que pudieran haberle tributado sus superiores. El reconocimiento procede de abajo, de gente que  él supone o sabe no maleada. Las medallas y condecoraciones las otorgan los de arriba a quienes no parecía tener en muy alta estima. Me causó una profunda impresión ser testigo accidental de esa experiencia. Reflexioné sobre la misma y no podía haber otra conclusión. En este hombre había madera y conciencia de líder.

¿Por qué he recordado esta experiencia ahora?

Por la crisis griega.  El enfrentamiento ciudadano con los políticos de oposición y gobierno que se aprestan a aprobar medidas muy duras contra la población griega en general y las clases medias y populares en particular.  La prensa internacional da cuenta de que el 80% de la población respalda la huelga de dos días que ha paralizado por completo el país. Sin embargo, los diputados votan las medidas bajo las excusas conocidas, todas las cuales hablan de la necesidad de  evitar la quiebra del país, amenaza vana e insensata porque los países no quiebran y si es un gobierno a quien le acontece, pues dejémoslo que naufrague. Mejor el trauma que la agonía. Darnos de cara a la realidad nos enseña y corrige, nos trae a un mundo nuevo. Ser llevados al matadero para que nuestra sangre y nuestra carne alimente a los tiburones del sector financiero no tiene posibilidades de traer paz ni estabilidad.

¿Que sucederá?

Bueno, naturalmente, los griegos no deberían votar jamás a favor de ninguno de los diputados ni ministros de gobierno que hayan suscrito estas medidas. Pero, no dudo que veremos a muchos reelectos y campeando como si nada. ¿Por quién podrían votar en defecto?

Pero, y esto me parece más plausible, ¿y si mucha gente no puede pagar los nuevos impuestos y cargas? ¿ Y si mucha gente acude al fraude y la evasión? ¿ Y que sucede si muchos rehúsan resueltamente el pago y asumen la desobediencia fiscal como bandera de lucha?

Un amigo me decía la noche del sábado con motivo de uno de mis artículos: Melvin, la gente quiere que le den más y estos son tiempos de quitarle.

Bien, excelente resumen.

Añadí: El drama de la deuda griega antes fue la irresponsabilidad no solo de quienes tomaron préstamos, sino de quienes los concedieron. Ahora es distinto. El sistema financiero internacional necesita la ficción de que la deuda será pagada porque su debilidad actual no soporta ni la idea de la bancarrota No es tanto el dinero griego que hace falta, es el ejemplo del impago que sería catastrófico. El sistema puede sobrevivir al impago griego pero no a una cadena de impagos.

Es verdad que el Estado de Bienestar hace agua. Es verdad que tras todo sistema de beneficios y protección social se esconden numerosos y frecuentes abusos, estafas y desviaciones de fondos. Pero, y es un pero final a importante. La gente podría asumir los recortes si afectaran a todos proporcionalmente, es decir los más ricos primero, los más pobres después, pero sabemos que no es así. Privatizar las ganancias y socializar las pérdidas no cimentará un futuro estable porque los pueblos de hoy, a pesar de haberse quedado sin organizaciones que los representen, no están mental ni psicológicamente preparados para ser más pobres de lo que son en presencia de los otros que se hacen más ricos de lo que ya son.

Entramos en una década de desorden y pobreza. Nuevas organizaciones surgirán. El sistema político se viene abajo en todas partes y la gente no encuentra salidas ni valores en los cuales creer. Ni el oficial del ejército mencionado ni los griegos tienen jefes confiables y capaces. Esta nueva pobreza, con los abusos que le son inherentes, forman el vientre que incuba la nueva anarquía política, social, ecológica y ética en el sentido más formal, teórico y amplio de sus formulaciones históricas. Bienvenida sea.