Sai Baba ha muerto. Y con él otro prototipo vulgar del atraso que ha representado siempre para la humanidad la superstición y la ignorancia que difunden las religiones. 

Simulador ,explotador, embaucador , mentiroso, manipulador, estafador , inventador , mitómano, mago, prestidigitador, cínico , burlón, materialista , ambicioso, inhumano, hipócrita, engreído, y, sobre todo, astuto e inteligente, sumado a otros tantos atributos más que necesitan las religiones y sus guías sacerdotes para embaucar y mantener dormidas las conciencias de las gentes, todo, para sacarle los diezmos y conservarlas esclavas de sus dogmas incongruentes. Todo, disimulado tras el humo de la santidad y lo piadoso. 

Sin embargo, a pesar de que sus trucos mágicos fueron descubiertos y denunciados como fraudulentos, por siempre estaremos escuchando a sus seguidores decir que fue un ser iluminado enviado por Dios a la Tierra para guiar las almas. Demostrado está: el hombre con tal de conseguir la inmortalidad es capaz de creer en el más imposible de los mitos. Y esto lo saben los sacerdotes, pastores y religiosos que manipulan y explotan con cinismo esta profunda y noble necesidad que experimentan sus creyentes. 

Pero ahora debemos de cuidarnos; evitar que sus fanáticos seguidores adictos y truqueros lo saquen de su tumba y lo declaren resucitado, tal Jesús.   

Sin embargo, es inútil advertir estas cosas, cada día salen millones de tontos a la calle en procura de que lo engañen.

Como ambiciosos y estúpidos que son, no les importa otra cosa: recibir la promesa de que serán inmortales. 

Sai Baba ha muerto, pero cuidémonos de sus babas porque de ellas saldrán miles de embaucadores, cínicos y estafadores religiosos que, conscientes de sus "mentiras de fe", les prometen paraísos de vida eterna a las gentes.