En la década de los famosos doce años de Balaguer en el periodismo existía cierta autocensura que estaba marcada por el temor a la represión. Los periodistas no sentían la suficiente libertad para expresar sus ideas y críticas por la incertidumbre de lo que podía suceder después.

Hoy en día se quiere imponer otro tipo de autocensura. ¿A qué me refiero? Existe un dilema planteado acerca de si puede existir independencia de criterio en un programa que posea anuncios del gobierno y a que a su vez critique las cosas malas que existen, esto muchos lo ven como una doble moral.

Se dice que esta es la nueva forma de autocensura que puede estar en una doble vía: por parte del periodista que no se atreve a emitir juicios adversos a quien paga publicidad, sobre todo si es estatal, o el mismo gobierno que podría no incluir publicidad en los programas que les sean adversos o críticos en un país donde el mayor colocador de publicidad es el estado.

Pienso que sustraerse de emitir opiniones que pudieran desfavorecer a funcionarios por temor a ver afectado los ingresos que de alguna manera el Estado provee es un dilema que atenta contra la democracia. No puede existir mordaza por decir lo que esté mal, aunque usted tenga una publicidad.

Lo que planteo es diferente a convertirse en un comunicador pagado por el Estado en un denominado medio o programa y que la gente ha bautizado como “bocinas”, esto es muy diferente.

El negocio de la radio y televisión cambió, el tema de las redes sociales hace muy competitivo el mercado y los denominados influencers representan una real competencia a través de sus plataformas en redes sociales.

República Dominicana está entre los países de América Latina en donde el gobierno paga más publicidad ¿qué significa esto? Que todo el mundo quisiera tener un comercial del Estado, pero si para ello hay que comprometer la independencia de criterio estaríamos caminando hacia un tipo de dictadura que no es perceptible ante los ojos del ciudadano común.

Para nadie es un secreto que existen programas cuya publicidad es casi toda del gobierno porque ha sido la manera en como se compensa a muchos “comunicadores” que deciden comprometer su imagen a cambio de un comercial.

También existen los que pertenecen a un partido y establecen un programa de radio o televisión pagado por la institución que representan a través del concepto de publicidad. Esta es una práctica muy socorrida en los últimos años y hay personas a quienes les ha ido muy bien económicamente hablando por prestarse a este tipo de práctica.

Ahora bien, existen comunicadores que mantienen una línea crítica, hasta cierto punto objetiva pues no solamente critican lo que esté mal, sino que son capaces de reconocer lo que esté bien en su momento. ¿Deben estas personas ser censurados por criticar el gobierno y al mismo tiempo tener publicidad del mismo? ¿Esto les convierte en doble moral? Pienso que no y propagar esta idea nos hace legitimar lo mismo que criticamos, o sea de que el Estado pague personas para que defiendan su obra en los medios.

Un programa de radio o televisión es un negocio como cualquier otro y en él la relación debe ser estrictamente laboral o de negocio. Conozco personas que anuncian marcas de bebidas alcohólicas y ellos no toman alcohol, es simplemente una cuestión de negocios que no debe llevar a un cuestionamiento que termine en la autocensura porque estaríamos involucionando en los avances que hemos tenido en nuestra frágil democracia.