Un lamentable accidente reciente ha causado un brote mundial de emociones y actos ceremoniales: la caída en Califorma de un helicóptero donde fallecieron 9 personas, incluyendo la leyenda del basketball Kobe Bryant y su hija Gianna, con quien compartía la pasión por el deporte. Murió un padre, atleta célebre, hombre de negocios y, sobre todo, un ser humano excepcional que influyó en toda una generación durante su carrera en la NBA, desde los años noventas hasta la temporada de 2016.

Se nos hace difícil imaginar una vida después de que figuras legendarias, que han impactado a tanta gente, estén ausentes, en especial a familiares y amigos. Black Mamba –su apodo- es uno de los casos donde podemos ver la capacidad que posee el ser humano de influenciar, ganándose la admiración, la confianza y el cariño de tanta gente como consecuencia de sus actos.

Podemos afirmar, como dijo Alejandro Magno, tras la conquista del imperio persa, considerado el más grande que haya existido, que “son las decisiones individuales de cada uno que aseguran el destino colectivo y son nuestras acciones las que serán recordadas al final de nuestras vidas”.

Al momento de su muerte Kobe tenía 41 años. De su vida podemos aprender la importancia de la disciplina por encima del talento. Su pasión en los entrenamientos y juegos la percibíamos fácilmente los que vivimos con gran emoción el tiempo que estuvo activo en el campo de juego. A pesar de su gran fama y habilidad de generar riquezas para sí mismo y para quienes le rodeaban, nunca se durmió en sus laureles. Como él mismo dijo “a todos se nos han dado diversos talentos, hemos sido educados de manera diferente y tenemos una variedad de componentes genéticos particulares, pero todos compartimos las mismas 24 horas para usarlas como queramos”.

La vida de Kobe es un ejemplo de dedicación, templanza y humildad;  pero sobre todo de amor, como lo demostró su durante sus últimos años, dedicándose más a su familia y a sus seres queridos.

Ido tempranamente, Kobe nos puede motivar a ser mejores y más alegres personas ahora –no mañana-, porque como lo dijo, “disfrutas la vida (ahora), la vida es muy corta como para estar tristes”.