Presento a continuación la semblanza de mi hermano Julio, maestro en ciencias políticas, constitucionalista y primer director de elecciones de la Junta Central Electoral (JCE). Estas notas resumen el perfil presentado el día 28 de noviembre de 2019, en el contexto de la publicación por el Tribunal Constitucional de tres obras que tratan sobre el tema constitucional.
Los libros editados por fueron: La soberanía de la Constitución. El patriotismo constitucional en tiempo de globalización y pluralismo, del magistrado José Alejandro Ayuso, publicado en la Colección IUDEX; El sistema constitucional dominicano, de Julio Brea Franco, en la colección Clásicos de Derecho Constitucional, y la reedición de los dos tomos de La Constitución y sus reformas 1844-2015.
Respecto a la obra y figura de Brea Franco, el presidente del Tribunal Constitucional, Dr. Milton Ray Guevara, resaltó que en el libro, El sistema constitucional dominicano, prevalece el exhaustivo y sistemático análisis que hace de la Constitución, pretendiendo –como afirmó su propio autor– formular una interpretación del sistema político dominicano. Subrayó el Dr. Ray Guevara, que esta obra, que recoge el pensamiento constitucional de Brea Franco, fue galardonada con el Premio Nacional de Didáctica en 1983 y durante muchos años fue libro de texto para Derecho Constitucional en muchas universidades.
¿Quién fue Julio Enrique Brea Franco?
Nació el 02 de diciembre de 1948, en Santo Domingo. Hijo de Julio Oscar Brea Peguero, comerciante mayorista oriundo de Baní y de Rosa Luz Franco Anido, dama santiaguera, hija de Luis Alfonso Franco Olavarrieta y de Patria Anido, pianista de ascendencia cubana.
Luis Alfonso fue fundador –junto con sus hermanos Enrique y Gabriel–, de la empresa Franco Hermanos, que contaba con una imprenta, una papelería y de la única librería de esa ciudad en muchas décadas, y fue propietaria del diario vespertino La Información, de Santiago.
Este periódico salió el 16 de noviembre de 1915, y contó con destacados intelectuales entre sus fundadores, entre estos destacan el indicado Luis Alfonso, Pedro M. Hungría, Alfredo Rojas y Rafael César Tolentino, este último padre de los hermanos Hugo y Mario Tolentino Dipp.
La publicación se convirtió muy pronto en una especie de símbolo de la ciudad de Santiago y en un referente para la región del Cibao. La misma fue clausurada en varias ocasiones por las fuerzas de ocupación estadounidenses que invadieron el suelo patrio, durante los años de 1916-24, debido a las firmes campañas nacionalistas que sostuvo desde sus páginas durante ese aciago período para los dominicanos.
Julio Enrique egresó del bachillerato del Colegio Dominicano de La Salle en el fatídico año de 1965, año de la guerra patria por otra invasión extranjera del país.
Junto a toda la familia ese año se trasladó a Florencia, donde quien firma ya realizaba estudios en la Università degli studî di Firenze. Allí se inscribió en la Facultad Cesare Alfieri, en la carrera de Ciencias Políticas, que culminó cinco años más tarde graduándose Suma Cum Laude con una tesis sobre Wilson y la primera intervención norteamericana del país. Dirigió su tesis el profesor Giovanni Sartori. Regresó al país en 1971.
Julio y quien suscribe nos empeñamos, al regresar al país, en fundar –para intentar paliar el vacío cultural de los años setenta de un centro cultural, que se abrió en 1973.
La institución se nombró Centro Cultural Dominicano y estaba localizada en la esquina de las calles Dr. Delgado con Santiago, en Gascue. Para tal fin se construyó el local que consta de tres plantas. La institución englobaba una rica librería, sala de exposiciones, salón de conferencias, cafetería y una pequeña sala de lecturas y tertulias.
En sus salones se presentarían exposiciones emblemáticas como la de Aurelio Grisanty y sus cuadros espejos, y la primera exposición de Antonio Santos entre muchas otras.
Se celebraron allí memorables conferencias, como las tres de Pedro Mir en homenaje al poeta Neruda, recién fallecido en Chile bajo la dictadura del nefasto general Pinochet, y se presentaron importantes libros, entre los que se cuentan las obras del profesor Juan Bosch: El oro y la paz y Más cuentos escritos en el exilio; de Juan Isidro Jimenes, Sociología Política Dominicana; del poeta Manuel del Cabral, Historia de mi voz, el libro de cuentos de Virgilio Díaz Grullón, Más allá del espejo, la exitosa novela del sociality dominicano radicado en Hollywood, Jose Jasd, Beliná y de José Alcántara Almanzar, Callejón sin salida, entre muchos otros. Libros editados por las editoras Taller de Jose Israel y Lourdes Cuello y Alfa y Omega de Miguel Cocco y su diligente esposa doña Minerva, en un momento de gran desarrollo del libro dominicano de alta calidad.
El Centro fue lugar de tertulias cotidianas de jóvenes intelectuales, muchos de ellos aún estudiantes, tales como: Jose del Castillo, Leonel Fernandez, Hatuey de Camps, Orlando Martínez, Wilfredo Lozano, Tony Raful, Diógenes Céspedes, Andrés L. Mateo, Jeannette Miller, José Alcántara Almánzar, Armando Almanzar, Carlos Dore, José Chez Checo, Pedro Peix, Fabio Herrera Miniño, Rafael Toribio, Enriquillo Sánchez, Miguel D. Mena, y otros no tan jóvenes, como Juan Bosch, Juan Isidro Jimenes Grullón, Pedro Mir, Manuel Rueda, Domingo Moreno Jimenez, Aida Cartagena Portalatín, Carlos Federico Pérez y Pérez, Enriquillo Rojas, Aura Marina del Rosario Ceballos, Frank Marino Hernández, Pascal Peña Peña, entre muchos otros.
Julio se incorporó a la academia, en el año 1975, ingresando a la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UASD, donde ejerció la docencia influyendo en el alumnado con refrescantes enfoques politológicos en un ambiente altamente ideologizado, al tiempo que dirigía la revista Derecho y Política. Otro escenario de su trabajo universitario fue el INTEC, donde conjugaba la docencia con el desempeño del Decanato de Ciencias Sociales y colaboraciones en la revista Ciencia y Sociedad.
La UNPHU fue su tercer ámbito académico. Allí creó la Maestría en Ciencias Políticas, un programa que tuvo un impacto innovador atrayendo a importantes personalidades de la vida política como estudiantes. Otros ámbitos universitarios beneficiarios de su presencia fueron UNIBE y UNAPEC.
Mientras desplegaba estas tareas, proyectó su magisterio a la prensa escrita, así tenia una columna semanal en el vespertino Última Hora, y posteriormente en El nacional y finalmente, en el matutino Hoy.
En su ejercicio profesional asumió funciones de responsabilidad pública. Entre 1979-84 fue Encargado de Información, Divulgación y Estudios de la JCE. En 1986 ocupó la dirección de la Oficina de Organización Técnica y Planificación Electoral. Y en 1992 fue seleccionado a unanimidad para encabezar la recién creada Dirección General de Elecciones, de cara a los problemáticos comicios del 94, que crearían una gran crisis constitucional.
Entre sus obras más destacadas contamos: El sistema constitucional dominicano, editada por la UNPHU en 2 volúmenes, que recibió en 1983 el Premio Nacional de Didáctica y sirviera de texto universitario y reeditado hermosamente por el Tribunal Constitucional. Introducción al proceso electoral dominicano, galardonada en 1984 con el Premio Siboney de Ensayo, también, Administración y Elecciones y La experiencia dominicana de 1986, que fue editada por CAPEL (Centro Interamericano de Asistencia y Promoción Electoral), con sede en San José, Costa Rica.
Señala José del Castillo en una remenbranza publicada en un diario nacional: Dada la valiosa experiencia acumulada, Julio incursionaría en misiones de asesoría y observación electoral en Haití, Panamá, Honduras, Paraguay, Bolivia, Venezuela, Costa Rica y Nicaragua, colaborando con CAPEL. Asimismo, como consultor internacional, se asoció a una firma alemana de análisis para la cual monitoreaba tanto República Dominicana como Haití.
Desde 1994 Julio trasladó su domicilio a Tampa, donde ya residía su familia, conformada por su esposa Margarita Pérez Isastia, con quien procreó a María Rosa, Teresa Margarita, Julio Eloy y Jorge Enrique.
En septiembre de 2011, se le presentaron, de improviso, síntomas de un agravamiento de su condición de diabético, los médicos recomendaron una intervención quirúrgica, pero su organismo no resistió la dura prueba. Falleció el día 10 de octubre.
En el momento de su deceso, le sobrevivieron, además de su familia nuclear, también, sus hermanos Rosa Mariana, Juan Julio (fallecido) y quien suscribe.
Sus hermanos agradecemos al Tribunal Constitucional en la persona de su presidente, honorable magistrado, Dr. Milton Ray Guevara, y a los doce magistrados del Tribunal –destacando entre ellos a Dr. Justo Pedro Castellano Khoury por haber organizado la actividad según dispuso el magistrado presidente Ray Guevara–, por cumplir la decisión de reconocer la memoria del eminente constitucionalista, Dr. Julio Brea Franco, nuestro familiar.
En nombre de Rosa Mariana y Wilfredo Mallén Santos, de Roberto y Roselín, de Gabriel Mallén Brea y Michelle y Eric, en el mío, como sus hermanos y sobrinos en el país, manifestamos nuestro agradecimiento y satisfacción por recordar la vida y poner a circular una nueva edición de la obra más conocida e influyente de nuestro hermano, en un significativo acto de recordación y homenaje.
A Julio lo distinguieron tres grandes virtudes que al concluir no quiero dejar de resaltar: Fue sobre todo, siguiendo una tradición familiar un hombre honesto, decente; en sus obras fue disciplinado, coherente, sistemático, innovador y creativo, y como hombre público se entregó de lleno a cumplir su difícil deber con suma responsabilidad y valentía.