La conmemoración de los 100 años de publicación del Tractatus logico philosophicus no debe desvincularse de otra obra clave de Ludwig Wittgenstein: Investigaciones filosóficas (1953).
Publicada después de la muerte de su autor, Investigaciones filosóficas constituye una ruptura con la concepción filosófica expresada en el Tractatus.
Wittgenstein abandona la búsqueda de los fundamentos para la construcción de un lenguaje ideal y asume una concepción pragmática según la cual existe una diversidad de lenguajes que forman parte de una forma de vida.
Entonces, introduce el concepto “juegos de lenguaje”. Del mismo modo en que existen diversos juegos regulados por sus respectivas reglas y aprendidos en un proceso de adiestramiento social, existen diversos entramados lingüísticos articulados en formas de vida autorreguladas y construidas socialmente.
Desde el punto de vista epistémico, este nuevo supuesto tiene consecuencias importantes que distan de la imagen positivista del Tractatus. Existe un lenguaje que nos permite describir los hechos (el lenguaje científico), pero existen otras experiencias lingüísticas del mundo (el arte, el mito, la religión) que tienen significado en función de las acciones de las comunidades que son partícipes de esas experiencias.
La nueva perspectiva coquetea bastante con el relativismo epistemológico (no existe una jerarquía de saberes, ni de discursos), pero también, ha abierto líneas de investigación fructíferas para las ciencias humanas.
La filosofía, cuestionada en el Tractatus, sigue siendo vista en Investigaciones filosóficas como una actividad esclarecedora. Pero no consiste ahora en un análisis lógico del lenguaje que distingue las proposiciones con significado de las que carecen del mismo. Se amplía hacia un análisis del lenguaje cotidiano que muestra el significado de las palabras en función del uso que hacen de las mismas los practicantes de una comunidad.
La reducción de la filosofía a un “análisis gramatical”, básicamente descriptivo, ha tenido una inmensa influencia y ha sido muy cuestionada. El filósofo Bertrand Russell, mentor de Wittgenstein, afirmó sobre su discípulo: “…parece haberse cansado de pensar seriamente, y haber inventado una doctrina que hace innecesaria tal actividad” (La evolución de mi pensamiento filosófico, p.228).
Independientemente de compartir o no los supuestos anti-teóricos de las Investigaciones filosóficas, no deja de ser rescatable el concepto de significado más plural que yace en sus páginas con respecto al criterio demarcatorio del Tractatus, así como la preocupación por cuidar la conversación de los malentendidos de un uso inadecuado de los términos. Este cuidado es una precondición para establecer cualquier diálogo fructífero y constituye una de las tareas fundamentales de la filosofía.