No pretendemos demostrar la veracidad de ninguna de las versiones que históricamente han circulado acerca del juicio y la condena de Jesús. Como lo que interesa es mostrar una referencia, y los cristianos no se han empeñado en esclarecer cuál de los relatos es el que debe prevalecer (que no sea el que favorece la industria de la fábula y la castración del intelecto), nos permitiremos hacer una apretada descripción de los hechos partiendo de los eventos más significativos en los que incursionaron los judíos.

Poncio Pilato ha cargado históricamente con muchas acusaciones, pero no fue el verdadero culpable de la muerte de Cristo. Los miembros del Sanedrín decidieron su muerte influenciados por Caifás, el sumo sacerdote, pero el Sanedrín, como corte suprema del pueblo de Israel, no tenía autoridad para aplicar la pena de muerte. Por miedo a lo que podría suceder si linchaban a Jesús, Caifás intentó convencer a Roma para que ejecutara la condena, por lo que Cristo fue llevado ante Poncio Pilato y acusado, además de blasfemar contra la Ley de Moisés, de sedición, cargo este que buscaba involucrar al imperio en un asunto religioso. El prefecto de Judea no lo tomó en consideración porque sabía que Jesús no representaba peligro alguno y prefirió otorgar a los judíos la decisión de liberar un preso (había señalado que no tenía nada en contra de aquel hombre al que clavarían en una cruz propiciándole una muerte "perversamente dolorosa y sádicamente lenta"), siendo favorecido Barrabás, ladrón y asesino convicto, y no Cristo, inocente de las interesadas imputaciones, demostrando, "el pueblo escogido por Dios", con tan ruin y perverso proceder, un alto nivel de traición que marcaría para siempre a toda la humanidad.

¿Qué busca esta historia que ha recorrido el mundo en todos los idiomas por cerca de dos mil años en un ensayo que se realiza sobre un pequeño y sufrido país del Caribe? Lo más importante para quienes escudriñan la verdad ha sido el cuestionamiento universal de por qué los judíos optaron por liberar un ladrón y asesino consumado a la vez que propiciaron la más perversa y terrible de las muertes a quien Dios había enviado para que naciera y se desarrollara entre ellos como "el Salvador del pecado y la muerte". Jesús habría de venir de algún pueblo y Dios eligió al de Israel; "pretendía que fuera diferente, que señalara a otros pueblos el camino hacia Él… pero Israel falló".

¿Ha sido determinante para la naturaleza humana la traición a Jesucristo por parte del pueblo judío? No hay lugar a dudas: "No por ser ustedes más que todos los pueblos los ha querido Jehová y los ha escogido, pues eran el más insignificante; ha sido por cuanto los amó que los ha rescatado de la servidumbre, de las garras del Faraón (rey de Egipto, nh)", expresa Deuteronomio -libro bíblico del Antiguo Testamento que forma parte de la Torá (la ley), núcleo de la religión judía- 7:7-9, en franca alusión al pueblo de Israel y su condición de pueblo esclavo, situación que se vio transformada porque Dios lo escogió como pueblo "a través del cual Jesucristo nacería". Aún así, el pueblo de Israel llegaría a cometer la más infame de las deslealtades.

La agrupación fundada por Bosch se vio fortalecida gracias a la férrea posición que sus miembros asumieron contra la corrupción de reformistas y perredeístas gobernantes; pero no era una posición real, no tenía solidez (y no podía tenerla; las raíces de la mayoría de los miembros surgen de la baja pequeña burguesía, responsable de la deformación social dominicana), era pose para tiempos futuros… pura pantomima, farsa que se vería coronada con la traición al más alto grado

La historia recoge varias traiciones significativas. Marco Junio Brutus fue el más grande traidor cuando un 15 de marzo del año 45 a. de C. apuñaló a Cayo Julio César, su padre, en el Senado de la antigua Roma. “¡Tú también, Brutus!” se convertiría en la última frase pronunciada por el emperador romano; Benedict Arnold, del bando separatista durante la guerra de independencia norteamericana, al no ser ascendido en el escalafón militar, y a cambio de unas cuantas libras esterlinas, apeló a la traición planeando entregar el control del valle del río Hudson -que hubiera dividido las trece colonias por la mitad- y rindiendo el fuerte West Point, bajo su mando, a las fuerzas británicas; Julius y Ethel Rosenberg fueron ejecutados en la silla eléctrica por haber traicionado a Estados Unidos al facilitar a la Unión Soviética acceso a los planos de la bomba atómica; Napoleón Bonaparte, después de haber recibido el permiso de la nación española para que cruzara sus suelos y luchara contra Portugal, país aliado de Inglaterra, la traicionó tomándola como botín de guerra y haciendo rey a su hermano José… pero, la más importante para unos ciudadanos disminuidos a la cuarta categoría por la voluntad expresa de la perversidad de quienes nos gobiernan, no ha sido contada por los historiadores.

¿Por qué no incluimos en la lista la que se adjudica a Judas? Porque no es cierto que haya actuado en forma tan baja y despreciable. La obra que Juan Bosch tituló "Judas Iscariote, el calumniado" demuestra con precisión científica la falsedad que ha servido durante siglos para desarrollar una inmensa industria de la fábula que ha enriquecido las principales cabezas del cristianismo, acostumbradas a maniobrar con las frágiles mentes que abarrotan el planeta. Como bien lo aclara Bosch en el prólogo para la edición dominicana, el libro refleja su afán "en hacerle justicia a un personaje que tenía cerca de dos mil años de vida en la infamia". En el prólogo que escribe en Molinos de Niebla, Chile, en enero de 1955, el profesor Bosch se planteó las siguientes preguntas: "¿Cómo se originó la acusación de traidor contra Judas? ¿Por qué se originó? ¿Cómo se explica que durante dos mil años esa acusación haya sido aceptada sin un análisis serio?". La respuesta que satisface a todas salió a relucir en un manuscrito de los años doscientos d. de C. sobre el que 'National Geographic' realizó un documental que fue transmitido en más de 150 países. Según el manuscrito, Jesús pidió a Judas que lo entregara a los romanos para así cumplir con la voluntad de Dios.

¿Que nombre, sino traición, podría recibir lo que hizo el Partido de la Liberación Dominicana por vía de sus más encumbrados dirigentes después de la salida de escena de su fundador, allá por 1996 cuando el nuevo liderazgo encabezado por Leonel Fernández se mostraba con optimismo, lleno de esperanzas? ¿No eran, los mismos que han gobernado por 16 de los últimos 20 años, los que junto a Juan Bosch se presentaban ante el pueblo para hablar de honestidad y dignidad? ¿No fueron, esos paradigmas del cinismo y la burla que hoy administran el Estado, los que se atrevieron a dividir la sociedad dominicana en corruptos y peledeístas?

¿No eran, esas montañas de la actuación y la mentira, quienes decían que ni uno solo de los peledeístas se haría rico con los recursos del pueblo? ¿No eran, esos símbolos del teatro y la actuación, los que cada acto cultural, patriótico o político lo cerraban con el lema "Servir al partido para servir al pueblo"? ¿No eran, esos íconos de la emulación, quienes criticaban en el contrario gobernante el lujo y la opulencia que proporciona la depredación del erario, cuando en realidad sus resquemores encontraban el verdadero sustento en la envidia característica del resentimiento social?

¿No eran, esas postales del soberanismo, quienes más hablaban de autogobierno y defensa de la patria? Lo cotidiano ha demostrado que ni Balaguer, el símbolo por excelencia de la sumisión y la entrega, permitió a tropas de otros lares que circularan libremente por nuestro suelo -desembarazadas de toda responsabilidad, en planes que apuntaban a una intervención militar en la patria de Bolívar y Chávez en momentos en que este último ejercía como gobernante-, lo que sí hizo la subordinación peledeísta.

¿Acaso los "hijos de Bosch" le sirven al pueblo "sin esperar de él ni siquiera gratitud, porque no debe pedírsele a la madre que le agradezca al hijo lo que éste haga por ella"? ¿Cuántos han sido los funcionarios peledeístas que han ignorado las leyes y las han pisoteado después de haberse comprometido por más de 23 años con la máxima que alerta sobre la educación al hombre “para que respete las leyes; que sin leyes no hay sociedad humana, y que las leyes sólo tienen valor si cada persona las acepta, las respeta y las hace respetar”?

¿Saben los dominicanos cuántas veces los "escogidos por Bosch" repitieron que "el PLD no puede convertirse en un PRD debido a que, dados su ideología y sus métodos de trabajo, es imposible que en él penetren las prácticas corruptoras que florecen de manera natural y constante en el sistema capitalista"? ¿Quién no recuerda la cantidad de ocasiones en que criticaron las primarias en otros partidos, argumentando que "cuestan dinero, a veces mucho dinero, y los que aspiran a ser candidatos tienen que buscar ese dinero donde esté, y naturalmente el dinero no está en manos de la gente del pueblo sino de los dueños o jefes de bancos, empresas y negocios, y al solicitar dinero de esos dueños o jefes de empresas, negocios y bancos, los que se corrompen son los candidatos porque de hecho quedan obligados a defender los intereses de aquellos que les facilitaron los medios para alcanzar las candidaturas de sus partidos"?

Era imagen permanente la de muchos peledeístas -con camisa pálida, desgastada por el sudor; pantalón que el tiempo había encogido permitiendo a los tobillos exhibir unas medias despeluzadas que habían perdido elasticidad y lucían como pequeños fuelles; y zapatos deformados por el uso que por debajo permitían ver hasta el alma de quien los calzaba-, portando una libreta o algún libro que nunca leyeron, en la mano izquierda, teorizando sobre las prédicas de Bosch (no hay mejor retrato que el de Boruga haciendo el papel de comunista), principalmente sobre aquella que puntualizaba que "un partido como el PLD no puede usar métodos populistas. Que por esa razón el PLD se ha negado a ensuciar paredes y monumentos con afiches o pintura. Que un partido como el PLD no puede faltarse el respeto a sí mismo cayendo en actitudes populistas porque, con esas actitudes, se le abre paso al peor enemigo que podemos tener, el que nos puede derrotar desde adentro de nosotros mismos convirtiéndonos, sin que nos demos cuenta de ello, en otro PRD, y el día que eso sucediera tendríamos que interrogarnos preguntándonos ¿por y para qué, pues, salimos del PRD, si ahora nos convertimos en lo que él es?".

¿Cuántas veces escuchamos a Leonel, a Euclides, a Lidio, a Felucho, a Temo y a otros más (exceptuando a Danilo, que nunca habló; se mantuvo siempre en la oscuridad, detrás del telón, "serruchando el palo" como le señalara el Dr. Fernández en las "primarias" del PLD el 14 de abril de 2007) hablar de lo que haría el Partido (con mayúscula, como Juan Bosch los acostumbró) al llegar al gobierno? ¿Quién no recuerda a estas perfeccionadas muestras de la desfachatez aducir que "el Partido debe luchar a brazo partido para asegurarle al pueblo que lo que haremos desde el gobierno se hará con fines de beneficios sociales, no personales. Que por el camino de los beneficios personales se llega, rápidamente, al establecimiento de una situación generalizada de privilegios, y de ese estado de privilegios se cae en la corrupción, que es la meta que persiguen los partidarios del populismo"?

Otros argumentos sobre hacer lo contrario a lo que se aprende (o, lo que es lo mismo, ir en contra de las enseñanzas) no harán más explícito este escrito, que pretende mostrar el inmoral comportamiento de una agrupación política que exhibe hasta la saciedad el más alto grado de traición a su fundador y al pueblo que depositó su confianza en ella por considerarla legado fiel de uno de los más grandes pensadores de América. Pero no fue así; la agrupación resultó ser un fiasco, una mentira… un engaño.

La traición a los más altos valores morales fue concebida, y planificada, desde el momento mismo en que el partido comenzó a regodearse del crecimiento cuantitativo; no fue fortuita la renuncia de Juan Bosch a la presidencia del PLD en marzo de 1991 cuando, en medio de una reunión para escoger los miembros del Comité Político, expresara que "la mayoría de los miembros del PLD son bajos pequeños burgueses, y se han dado cuenta que en el partido hay gente que ha alcanzado posiciones como senadores, diputados, síndicos, regidores… y eso ha provocado una corriente de aprovechados y oportunistas, buscadores de posiciones y puestos públicos, que han empezado a formar grupos, y como yo no puedo formar grupos ni puedo presidir un partido en el que haya grupos, decidí renunciar al PLD”.

La agrupación fundada por Bosch se vio fortalecida gracias a la férrea posición que sus miembros asumieron contra la corrupción de reformistas y perredeístas gobernantes; pero no era una posición real, no tenía solidez (y no podía tenerla; las raíces de la mayoría de los miembros surgen de la baja pequeña burguesía, responsable de la deformación social dominicana), era pose para tiempos futuros… pura pantomima, farsa que se vería coronada con la traición al más alto grado porque, esos mismos miembros, hoy flamantes gobernantes, se han atrevido a justificar sus acciones con las mismas malas mañas que antaño "criticaron y combatieron". Y si esto no es traicionar los más puros ideales del profesor Juan Bosch, si esto no es traicionar una generación que buscaba hacer transformaciones profundas, si esto no es traicionar el último hálito de esperanza que estimulaba a un pueblo moribundo, saqueado y vituperado, que alguien nos diga qué es.

El listado de traiciones que recoge la historia no estará completo, por lo menos para esta parte del mundo, hasta tanto no sea incluida la versión dominicana. Así como los judíos, Napoleón, los Rosenberg, Arnold y unos cuantos más nutren tan "importante documento histórico", se hace imperativo que los peledeístas, porque se lo han ganado por mérito propio, estén junto a los más grandes traidores de la humanidad.

Nemen Hazim

San Juan, Puerto Rico

2 de marzo de 2016