Nueva York.-En dos días, 20 aspirantes presidenciales demócratas demostraron que el partido está atomizado y que el candidato del establishment, el ex vicepresidente Joe Biden, perderá.
Los demócratas, tras 24 años bajo la Dinastía Clinton, se atomizaron como ocurrió entre dominicanos tras 31 años de la Dinastía Trujillo.
El ex vicepresidente Biden, tiene entre poquitas y absolutamente ninguna posibilidad de prevalecer. Biden sólo mantiene vigencia política por ser un blanco del establishment, si fuera negro, andaría como Jessie Jackson, arrastrando su cadáver político por la vida. En los 80 Biden plagiaba discursos de un político británico. Su ley contra el crimen del 1994 llenó las cárceles de negros. Varias mujeres lo acusan de tocarlas inapropiadamente.
Biden fue el blanco vicepresidente del presidente negro, Barrack Obama, pero no defendió su derecho como sucesor, por temor a la abeja reina, Hillary Clinton.
Biden fue un senador demócrata-bushista.
Desestimó la querella Anita Hills de que Clearence Thomas la hostigaba sexualmente, y George Bush padre pudo designarlo juez de la Suprema. Biden votó autorizando la invasión a Irak de Bush hijo.
En el debate demócrata del jueves pasado Biden tuvo que enfrentarse con Kamala Harris, la senadora de California. Ella casi le arranca la cabeza de una mordida, pero decidió hundirle uno de sus finos taquitos en la frente.
Biden sabe perfectamente que el pasado nunca pasa, pero pretende que pase, quiere huir de su propia historia. Cuando Harris lo golpeó, Biden se mandó a callar él mismo, “se venció mi tiempo” dijo y calló. Ningún político hace eso, siempre el moderador los manda a callar.
Hillary lo asustó, Kamala lo calló, ¿qué hará Trump?
Huyendo de Hillary, para enfrentar a Harris, una jamaiquina, Biden saltó del caldero a las brasas, estalló en llamas, inició una espiral descendente irreversible, sólo cenizas quedarán.