El 1995 fue un año tenso. El mandato de Joaquín Balaguer, un político con fama de maquiavélico y sanguinario, había sido reducido de cuatro a dos años con la firma del Pacto por la Democracia, para desactivar la grave crisis política provocada por las denuncias de gran fraude en las elecciones del 16 de mayo de 1994. El socialdemócrata Partido Revolucionario Dominicano (PRD) activaba otra vez de cara al certamen de 1996, con el carismático líder José Francisco Peña Gómez, candidato presidencial, y Fernando Álvarez Bogaert, a la vice. El Partido de la Liberación Dominicana participaría con Leonel Fernández y Jaime David Fernández Mirabal. http://hoy.com.do/1994-fraude-obligo-a-reducir-periodo/.
Los estrategas políticos del PRD creían que la victoria estaba asegurada. Solo era cuestión de esperar el día de las elecciones para legalizarlas con el voto popular. Pero –según algunos– faltaban cabos importantes por atar. Uno de ellos: controlar a Radio Mil Informando.
Se trataba del emblemático noticiario de Radio Mil, el de más alta credibilidad para los públicos de República Dominicana.
En la primera fase, hubo presiones para arrebatar la elaboración del editorial y cambiar el equilibrio, e inundar de notas suyas la parte informativa. Pero sin resultados. Entonces, el tema RMI ocupó casi todo el tiempo de una reunión de emergencia celebrada en la residencia de un dirigente de primer nivel en el PRD, ya fallecido, en el centro de la capital. Presentes, varios periodistas. “Hay que sacar al director, o quitarle la elaboración de los editoriales”, advirtió uno. La idea caló de inmediato en el grupo. Otro planteó que hablarían con el dueño de la emisora, Manuel Pimentel, y se brindó. De inmediato armaron una comisión para visitar al empresario en su oficina del hotel Napolitano, en la avenida George Washington (malecón). Renegaban de Juan Bosch y sus pupilos Leonel y Jaime. Había que frenarlos de cualquier manera, mascullaban. Los comisionados cumplieron con su encomienda, pero el conocido radiodifusor, afín al PRD, se limitó a comunicar el hecho al director de noticias.
La hostilidad seguía desde todos los flancos, con todos los colores de la maldad: desde envío de faxes amenazantes, insultos personales, desprecio, ralladuras del vehículo y campaña de descrédito, hasta acciones detestables de algunos reporteros en la redacción, como desaparición de noticias e incumplimiento de servicios asignados a su opositor PLD.
Una mañana, el periodista Elvis Lima de RMI visitó a Peña Gómez en la casa nacional, para solicitarle su parecer sobre la agresión contra el primer noticiario del país. Y éste no titubeó para desligarse y comprometerse a parar en seco a quienes estaban detrás de la trama. Se fue en elogios para el noticiario y su rol en las diferentes etapas de la vida dominicana. Sin preguntárselo, destacó los nuevos cambios introducidos en su estructura: producción de reportajes, El Personaje Mil, Reportero Mil, Los Barrios de la Ciudad, rediseño de titulares y promociones, avances y boletines, ampliación de los horarios, introducción de una emisión nocturna, cobertura efectiva 24 horas, énfasis en los barrios y provincias…
Para el líder perredeista y de la Internacional Socialista, la adecuación del noticiario era impostergable porque el país ya no vivía –o no sufría– la cruda violencia de la guerra y la represión de los 12 de Balaguer (1966-1978). Para dar fe de su posición respecto de Radio Informando, grabó un corto destacando la calidad y los aportes a la democracia. Previo permiso, como director y locutor de noticias, pauté su grabación cada media hora en las cuatro emisiones diarias.
Peña Gómez fue un hombre sinigual, democrático, desprendido, leal, sensato, humano y respetuoso de los derechos humanos, comenzando por la libertad de expresión, hasta su muerte el 10 de mayo de 1998, a los 61 años.
Sus ideas y sus prácticas, como las de su maestro Bosch, carecen de fronteras, no se limitan a provincias. Perdió las elecciones en segunda vuelta frente al PLD y aliados, y acató los resultados. Y perdonó a quienes –entendía– le habían ofendido. Algunos de los feroces periodistas que le acompañaron durante la campaña, lo dejaron solo y se fueron a disfrutar “las mieles del poder” durante los gobiernos morados.
Resulta, por tanto, como poco, un acto inoportuno de ignorancia política que los concejales de la Alcaldía Santo Domingo Este, Rafael Hernández y Monserrat Calderón, lo despreciaran para justificar la designación de la sede con el nombre del exalcalde Juan de los Santos. Juancito se movió en otra dimensión, hasta el día en que un exempleado lo asesinó a tiros, el 15 de diciembre de 2015, durante una pausa de un compartir navideño de la Federación Dominicana de Municipios, de la que era presidente. https://ciudadoriental.com/regidores-del-pld-humillan-a-sus-colegas-penagomistas-descartan-pena-gomez-pueda-ser-comparado-con-juancito-video/.
De los Santos siempre soñó con un local para la Alcaldía. Y trabajó sin descanso para lograrlo con el presidente Medina. El tema no salía de su boca, igual que la extensión de la línea 2 del Metro de Santo Domingo. Si es por eso, la nueva sede, inaugurada meses después de su muerte, puede llevar su nombre.
Los concejales oficialistas tienen argumentos para defenderlo, sin hacer un tollo político como ese de cantaletear que Peña Gómez “no es nadie” en SDE como para ponerle su nombre al Palacio Municipal.