¿Se imaginan a Jesús con su látigo entrando a las grandes iglesias? ¿Se lo imaginan dando funda en la Catedral, desde la primera hasta la última fila? ¿Se lo imaginan dao el pecao (no “al diablo”, por supuesto), entrando con su implacable látigo al mismísimo Episcopado, a exigir que todos esos monseñores confiesen sus pecados? ¿Se lo imaginan expulsando de los templos, a puros latigazos, a tantos farsantes, hipócritas y fariseos, y a todos sus apañadores, que en estos días, dizque compungidos, se dan por él tres golpes en el pecho? (Bueno…mejor que no pidan que resucite, porque si lo hace sí que se arma la de no te menees).