Madre Altísima de los Cielos, Madre Virgen, Madre Inmaculada, Bienaventurada Mujer, Virgen de la Altagracia, que por la Gracia Divina de nuestro Padre, Dios Todopoderoso,  llevaste en tu sagrado vientre a Jesús, Redentor del Mundo…

… Te Invocamos, todos los dominicanos aquí presentes, ante el Altar de la Patria,  lugar donde fuiste coronada Protectora del Pueblo Dominicano,  para que escuches nuestras oraciones que son una plegaria humilde para que nos protejas con tu Alta Gracia.

Madre Amada, ayuda a este pueblo tuyo,  que está a tus pies, a consolarse con la Fe puesta en ti, para que alivies sus penas y sufrimientos.

Permite !Oh¡, Madre Amada, que nuestro corazón conozca de la oración como un don y como un testimonio de reverencia a ti,  para alcanzar la bondad, la humildad y el amor hacia el prójimo.

Permite, ¡Oh! Madre Amada, que éste, tu pueblo, se aleje de las cosas superfluas, que busque a Jesucristo como su guía espiritual;.

Permite, ¡Oh! Madre Amada que la obediencia de los hijos hacia sus padres como mandamiento sea la fuente de  la armonía en la familia dominicana, y que la sociedad tenga como cimientos el amor y el respeto.

Ayúdanos a conocer de la verdad, de la verdad que nos llega de tu devoción como Protectora, para que la palabra de Dios, desde el altísimo cielo, sea la semilla única para encontrar el camino de la luz eterna.

¡Oh! Madre Amada,  Virgen de la Altagracia, consuélanos en estos tiempos de dolores; no permita que la discordia se apodere de tus hijos, de los dirigentes políticos, de los que menos tienen, y de los que muchos tienen. No permitas que pequemos por ignorancia. No permitas que ningún dominicano se llene de arrogancia ni de ira por la vanidad de los placeres de la vida.

¡Oh! Madre Amada,  no permitas que ningún hijo tuyo desterrado a esta tierra,  por causa del pecado, no conozca que nuestro Padre celestial,  quiere hijos dignos para su gran obra de salvación y de redención.

No permitas que en tiempos de adversidades por causa de terremotos, huracanes, temblores de tierra, sequía, hambruna, o cualquier calamidad que azote a este planeta,  tus hijos se olviden de la caridad , que es la virtud que une a los hombres en la esperanza de tener una vida plena al lado del Altísimo.

Dale, ¡Oh! Madre Amada, a este pueblo la virtud de la paciencia para que no tenga flaquezas en su Fe, en su vocación de servicio, y no se deje tentar por la ambición de bienes materiales ni lo banal.

Encomiéndanos como siervos tuyos al Altísimo para que hagamos,  todos,  votos de tolerancia, de manera que la sabiduría se pose sobre nuestras cabezas, y se eviten cuadros de violencia aterrantes y de crímenes inútiles, que son producto de malas tentaciones.

Tú, Madre Amada, que  gobiernas como Protectora a esta nación dominicana, danos el remedio a través de tu Santo Manto para que nuestras almas se purifiquen por tu Alta Gracia.

Madre nuestra que Reinas en los Cielos,  Ten piedad de nosotros.

Madre del  Redentor de Mundo, Escúchanos.

Escúchanos, Virgen de la Altagracia. Haz que el alma de este pueblo vuelva al estado de inocencia, que los malos vicios, las ambiciones desmedidas, las pasiones desenfrenadas, las mentiras, las calumnias, se erradiquen por siempre del pensamiento de tus fieles devotos hijos dominicanos.

Haz, que tus hijos, te suplicamos y evocamos de rodillas, piensen antes de hablar, piensen antes de actuar, que mediten sus palabras, para que al hablar puedan hablar cosas del espíritu, que encuentren en la Sagrada Biblia la fuente inagotable de la Fe; que aprendan a  escuchar las enseñanzas de nuestro Padre Todopoderoso  y que aprendan a ver lo hermoso de la virtud de la vida que él nos ha dado.

Te pedimos, que todos tus hijos dominicanos, hoy en tu día, aprendan a quererse con el mayor amor del mundo, que es el amor de una madre hacia su hijo, y de un  hijo hacia su madre.

Madre Nuestra, sabemos que los hombres necios hacen de esta vida prestada una batalla, por eso, líbranos de las batallas,  de las guerras. Líbranos de las batallas de hambre; líbranos de las batallas de la violencia que trae el narcotráfico; líbranos de las batallas de las desigualdades sociales.

Danos con tu Santo Manto que todos los dominicanos tengamos igualdad de oportunidades para creer, para aspirar a una vida digna sin sed ni hambre.

Haz que todos tus hijos amen la belleza del mundo espiritual, para que alcancen el pan de la educación, y puedan tener vestidos para su desnudez, techo donde cobijarse y salud para cantar alabanzas ante el Reino de tu Hijo.

Haznos, Te lo imploramos, Madre Amada, temerosos de Dios, para poder alcanzar su gloria. Evita que sobre este pueblo se cierna el peligro de las dudas, el peligro de la ambición desmedida, el peligro de la soberbia, que son acciones del hombre indigno que desagradan a Dios.

Quita de este Pueblo Dominicano la enfermedad de la envidia, la enfermedad del lujo, la enfermedad frenética de la posesión de bienes materiales mal habidos.

Protégenos con tu corazón de Madre ante los oídos sordos de los que no quieren ser humildes.

Bendícenos, ámanos… ruega por nosotros, Madre Amada, Virgen Protectora de la Altagracia. Protégenos de la desesperanza del mundo por las injusticias sociales. Haz que las riquezas de esta tierra que las manos de tus hijos producen se repartan con igualdad y equidad para que se calme el descontento del pueblo.

Haz, Virgen de la Altagracia, que resplandezca tu manto de protección sobre esta República Dominicana. Te pedimos que no exista la tristeza entre nosotros por causa alguna.

Te pedimos que el Verbo Eterno del Padre se derrame sobre este pueblo atribulado, sobre este pueblo tuyo, y que tu Hijo Jesús tenga piedad de nosotros, para que no se produzcan escándalos ni luchas entre tus hijos por querer tener más poder sobre los otros, lo cual es causa de enfrentamiento y división en la familia nacional dominicana.

Y, por último, Madre Nuestra,  que estás en los cielos, Haz que la luz perpetua posada sobre tu corona,  iluminada  por las estrellas del firmamento, nos ilumine….

… Y Haz, Madre Amada, el milagro de que recemos en tu nombre, niños, jóvenes, adolescentes, ancianos, madres, padres, abuelos… todos agarrados de las manos, invocando tu protección,  y tu nombre,  por medio de tu Novena Protectora, todo el corazón puesto en ti y por Amor a Ti.

17 de enero de 2012.