Te invito yo Umberto, un simple lector asombrado y angustiado por tus escritos que contienen más preguntas que respuestas. Te invito yo. No te invitará el gobierno de mi país. Tú no figuras en la lista de sus “invitables” porque tus ideas libertarias te descalifican para ser un invitado manipulable con fines electoreros y reeleccionistas.

Tampoco te invitarán los medios de comunicación del país porque en tu obra Cinco Escritos Morales haces una crítica atroz al periodismo complaciente, a la manipulación y a la mentira servida como medias verdades. No te invitarán porque les recuerda que la función del “cuarto poder” es la “controlar y criticar los otros tres poderes tradicionales”, influyendo en la vida política creando opinión. Y aquí esta función está archivada.

Tampoco te invitarán las universidades ni los intelectuales. Ya saben cómo piensas. Algunos de ellos conocen tu discurso y temen que tus gritos éticos, democráticos y libertarios los despierten e invadan su zona de confort acomodaticio e irresponsable. Tú le has dicho más de una vez que su principal trabajo debe ser excavar la verdad y sacarla a la luz.

Me preguntarán si es que acaso no me he enterado de tu muerte. No me hace falta saberlo. Estás vivo. Los grandes hombres no mueren. Mueren aquellos que nunca existieron, los que transitaron sin dejar huellas, aquellos que no sembraron rebeldías y esperanzas. Aquellos que no gritaron para alertar sobre la libertad y los derechos de todos los hombres de la tierra.

Y tú gritaste. Y dejaste tus gritos solidarios en cada una de tus obras. ¿Cómo escuchar tus palabras y tus gritos en el Nombre de la Rosa, El Péndulo de Foucault, El Cementerio de Praga, Historia de la Fealdad, Historia de la Belleza, La Isla del Día de Antes, Número Cero, Cinco Escritos Morales, Apocalípticos e Integrados, El Lector Modelo, Seis paseos por los Bosques Narrativos. Y en otras tantas obras, escritas para inquietar, alertar y asombrar a personas comunes, académicos, intelectuales, lingüistas, escritores, cineastas y políticos?

Yo te invito Umberto.  El gobierno del PLD no te invitará. Tú eres resistente al “lobbismo brasileiro” que desde el Palacio Nacional tiene su propia lista de invitados. Invitó a Quirino. Y también a Leonardo Boff. Cada uno visto en dimensiones diferentes.

Aunque sé que lo conoces, me resulta atractivo compartir contigo la importancia de Leonardo Boff. Con bien ganados méritos como teólogo, filósofo, humanista y ecologista es un latinoamericano sabio y defensor de causas solidarias de nuestro continente y del mundo. Sin embargo, se aprovechó “el cansancio de sus rebeldías” para sumarlo subliminalmente a “las cosas que el presidente Medina hace con el corazón” en esta campaña política.

El compromiso de Leonardo Boff con el “cultivo de aguas buenas”, que lo trajo al país, tristemente quedó eclipsado por la excesiva exhibición política palaciega. La opacaron los mismos políticos y funcionarios que parecen ignorar que aquí “no hay aguas buenas” ni suficientes; que aquí las aguas y las minas no resultan buenas para los dominicanos, que aquí se “violan las aguas y las minas” y que los violadores son tratados como intocables.

La condecoración que le otorgó el Gobierno del Presidente Medina a Leonardo Boff no te la darían a ti. Aunque te la mereces, creo que sin hacer ningún desplante, simplemente no la aceptarías, por todo lo que has dicho, escrito y defendido en nombre de la verdad, la justicia y la democracia.

Umberto, tú no has muerto. Estás vivo. Yo te invito. Y tráenos contigo tus libros y tus testimonios para todos los hombres y mujeres de este país situado en el mismo trayecto del sol. Yo te invito. ¡Cuando llegues te darás cuenta que aquí la humanidad está herida!