En la sociedad dominicana hay una horrible recesión democrática. Se produce actualmente, una desgarrante inercia institucional que hiberna la consagración del status quo, pero que impide organizarnos para salir airosos del pantano de disfunciones sociales que hoy nos envuelven y abaten. La construcción institucional es inobservada generando una arquitectura institucional de conveniencia.

Estas disfunciones institucionales traen como corolario las enormes disfunciones sociales, que hacen posible el drama social de tener 624,604 jóvenes que ni estudian ni trabajan. Esto representa el 6.24% de la población total y el 9% de la PET y el 14.5% con respecto a todos y todas los ocupados en el Mercado de Trabajo. El 21.16% de la PEA ampliada de hombres y el 23.07% de la PEA ampliada de mujeres. El panorama de cuasi una verdadera patología social se convierte en más dantesco cuando valoramos la crisis social a mediano plazo, con los índices de movilidad social.

Los Índices de Movilidad Social Intergeneracional hoy, en la sociedad dominicana son regresivos; mientras que en las décadas de los 70, 80 y 90 del siglo pasado los hijos coadyuvaron al desarrollo económico y social de los padres, merced a la movilidad social ascendente. El tejido social no encuentra esa respuesta y los padres de hoy tienen que contribuir denodadamente con sus vástagos, para que no desciendan de la pirámide social donde nacieron. Por ello, el crecimiento de la familia Patrilocal en la estratificación social de Clase Media y Media Alta.

De lo contrario, para que los hijos sigan manteniendo el mismo nivel social de los padres y ellos quieran conformar una familia Neolocal, los padres, tienen que ayudarlos con las viviendas y con los vehículos. Todo ello quiere decir, que en la dinámica social, el grado de movilidad social actual no permite la necesaria superación de una generación como mecanismo de evolución personal y social.

Esto se explica en que el modelo económico de los 80 se encuentra agotado. Es un modelo que crea riqueza pero no genera más desarrollo humano. Es un modelo basado en una súper explotación de la fuerza de trabajo, donde la plusvalía se encuentra no en la nueva incorporación de tecnología, de espíritu de innovación y creatividad; esto es, del plus del capital intensivo, del capital intelectual, de un capital humano, expresado en los niveles de la educación.

Según el Banco Central en su Encuesta Económica-Financiera, un 81% de los que trabajan ganan menos de RD$19,449.00 pesos. La Tasa de Ocupación en Octubre del 2015 era de 55.8; la Tasa de Desocupación de 14.0% y la Tasa Global de Participación es de 65.4, mientras en el 2012 se situaba en 65.0. En el 2012, la Tasa de Desocupación fue de 14.7%. El promedio de salario mínimo es de RD$7,500.00 pesos. La canasta del 20% más pobre del Quintil No. 1 se encuentra en RD$13,022.00 pesos.

La disfunción social cobra mas dimensión en el cuerpo social, al mirar que en la Estrategia Nacional de Desarrollo 1–12 (2010 -2030), para el año 2015 debió invertirse 2.8% del PIB y terminamos apenas con el 1.7%; el más bajo de la Región, entre 19 países evaluados, tanto con respecto al PIB como con relación al presupuesto. Hay que ver como esto repercute en la renovación, reproducción y calidad de vida de la fuerza de trabajo al no encontrar la salud adecuada cuando asiste a un servicio hospitalario.

Todavía en pleno Siglo XXI, en su segunda década, alrededor de un 32% de la población no tiene acceso a agua potable y cuasi el 100% de la población, sin importar su jerarquía económico-social, compra el agua para consumo. La esperanza de vida de los hombres es de 72 años y en las mujeres de 76. Otros países de la Región, con menor crecimiento de su economía, con una economía más pequeña, con un PIB anual menor, tienen más desarrollo humano, mejor bienestar que en la sociedad dominicana.

Una democracia deja de funcionar cuando sus instituciones no asumen sus roles y cuando las elites partidarias y fácticas se colocan por encima de ellas. Pero, al mismo tiempo y de manera simultánea, como se da aquí, ésta comienza a desvanecerse en el imaginario de la población cuando no le dan respuestas a las necesidades vitales de la sociedad, exponiendo en el escenario social seres humanos con distintas agendas, en un mismo territorio; pero sobre todo, con un descomunal abismo en los peldaños de la estratificación social.

Lo que debió ser nuestra carta de ruta como sociedad y para las decisiones de los dirigentes políticos, como lo sería la Ley de Estrategia Nacional, ha sido desconocida. En la referida Ley en los Artículos 29, 30, 31, 32 y 33, existen 18 mandatos perentorios, ineludibles, que debieron ser asumidos, ejecutados, en un tramo de 3 años. ¡Solo uno se ha llevado a cabo! Esa crisis de la legitimidad en la asunción de las decisiones en las instituciones democráticas, es lo que expresa y genera las disfunciones e inequidades sociales, tales como que mueran 106/100,000 de mortalidad materna, muy por encima de la Región. Que el 20% de los embarazos sean de niñas y adolescentes, que un niño nacido en Santiago tenga más probabilidades de vivir y de salir de la pobreza (100%) que otro que nació en Pedernales o Elías Piña.

En muchos países el socavamiento del Estado viene dado por el rol principalísimo del crimen organizado. Aquí se está dando por el desconocimiento de los mismos actores políticos que están llamados a hacerlas cumplir y asumirlas. Vale decir, la base de la legalidad y el compromiso de la responsabilidad no son dibujados con líneas ciertas. Dicho de otra manera, el Capital Institucional, que es el campo de normas y de formas de organización que una sociedad se crea para conducir de manera eficiente y efectiva al Estado, denota una ausencia nodal. En el Capital Institucional se encuentran: la efectividad Gubernamental; la calidad Regulatoria, el Imperio de la Ley y el Control de la CORRUPCION.

La elite empresarial está muy ensimismada en una estabilidad macroeconómica construida sobre los déficits gemelos: Fiscal, desde el 2008 – 2015 (560,000 mil mllones de pesos), endeudamiento público consolidado (34,000 millones de dólares, igual al 48.5% del PIB), más un pago del saldo de la deuda en el 2015 de RD$102.3 mil millones de pesos, equivalente al 3.5% del PIB. Esto implica una cimentación muy frágil, pues depende mucho del entorno internacional a mediano y largo plazo. La estabilidad política y social depende mucho de lo anterior y de cómo disminuye la cohesión social y el capital social. En otras palabras, en un modelo caracterizado por la exclusión y la marginalidad, el acomodamiento de las elites políticas y empresariales los puede sorprender.

Como diría Fukuyama “los países pobres no lo son porque carezcan de recursos, sino porque carecen de instituciones políticas eficaces”. Nuestras instituciones no están fluyendo acorde a sus principios normativos, constituyendo los cimientos ocultos de estas pésimas disfunciones sociales. Si seguimos como vamos, no solo que no tendremos la sociedad que queremos, sino que se asoma una crisis de gobernanza.