El pasado miércoles 17 de marzo quedó oficialmente iniciada una consulta nacional conducida por el INFOTEP con relación al futuro de la formación técnico profesional. Creo que esta actividad es una oportunidad para devolver a esta institución el liderazgo que anhelaron sus fundadores cuando, hace más de 40 años, concibieron y lograron la puesta en marcha de un sistema enfocado en garantizar a quienes se ganan la vida a través del trabajo, mecanismos de actualización, especialización y perfeccionamiento, que les permita mantenerse vigentes a lo largo de su camino profesional.

Desde mi punto de vista, en algún momento de la historia del INFOTEP sus líderes, llenos de buenas intenciones, se enfocaron en acoger a personas desempleadas y desahuciadas del sistema educativo, lo que quedó reflejado en una oferta abundante -excesivamente abundante- de cursos cortos que aumentaron considerablemente la cobertura en número de personas beneficiadas, pero que dejaron de lado los programas formativos que realmente responden a las necesidades de desarrollo del país. Al final, este énfasis se tradujo en el otorgamiento de muchos certificados de completación de cursos con limitado impacto en facilitar el acceso al empleo de calidad.

El levantamiento de información iniciado esta semana pone en marcha un ejercicio que sin duda nos llevará a confrontar la realidad de hacia dónde se dirigen los empleos de nuestro sistema productivo y de las exigencias que estos empleos presentarán en términos de competencias y habilidades que idealmente tendrían los profesionales que los ocupen.

Me atrevo a anticipar al menos una noticia que dejará evidenciado el levantamiento: los puestos de trabajo no se volverán más sencillos en el futuro y no se necesitarán menos conocimientos, destrezas o habilidades para ocuparlos, sino todo lo contrario, cada vez se volverán más complejos. Esto implicará que tendremos que empezar a ser más sinceros con los ciudadanos al momento de recalcar la importancia que tiene el completar la secundaria, y acompañar ese ejercicio de honestidad con estrategias enfocadas en ayudar a los jóvenes que han abandonado la secundaria a completar sus estudios a través de propuestas educativas mejor ajustadas a sus necesidades.

Veo mucho valor en que este levantamiento haya sido concebido para incluir a todas las partes interesadas, esto es, tanto a las personas que son sujeto de los procesos formativos, como a quienes toman decisiones de contratación, y se me hace la boca agua de pensar en las oportunidades que derivarán del mismo.

Aunque es pronto para hablar de cómo habrá que desarrollar la oferta que quede evidenciada como necesaria del ejercicio de levantamiento, o a quien le tocará la tarea, invito desde ya a que aprovechemos este ejercicio para visualizar un INFOTEP más fuerte, no como oferente del sistema de formación, sino, sobre todo, como regulador del mismo.

Espero que no caigamos en la tentación de salir rápidamente a construir más centros propios del INFOTEP, sino que reflexionemos sobre las ventajas de: 1. Regular la oferta que hasta ahora ha quedado fuera del sistema, esto es la oferta privada que no recibe subsidio, y 2. Fortalecer los aspectos que garantizan la calidad de los programas ofrecidos a través de Centros Operativos del Sistema (COS).

Siempre he admirado la capacidad operativa del INFOTEP: son más rápidos que los demás y su forma de trabajo es distintiva. Entiendo que el sistema de formación está en mejor capacidad que nunca para ser lo que estaba diseñado a ser. Las cartas de la voluntad política están sobre la mesa: el presidente Abinader ha expresado su visión de consolidar la formación como un pilar de la estrategia de crecimiento y empleo; en esta línea, el ministro de Trabajo, Luis Miguel De Camps, ha insistido en que la empleabilidad de los dominicanos es una de sus prioridades; y la experiencia de Rafael de los Santos, a la cabeza del INFOTEP, le permite entender el sistema de educación y formación de la República Dominicana, así como sus alcances, límites y complementariedades con respecto de la formación, la educación y la educación superior.

Como ciudadana doliente (todos los somos, ¿no es así?), me atrevo a decir: ¡Enhorabuena por la iniciativa! Ánimo a todos los que sean convocados a participar, que aporten con generosidad y con fe en el futuro.