Voy agotando mi ración cotidiana de asfalto en esta gigantesca aldea barbárica de casi cinco millones de seres huérfanos de paz, y de pronto me sorprende, en medio a un viernes nada gracioso, lo que un grafiti anónimo: “Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo”. Y entonces me detengo a reconfirmar mi asombro por los significados que leo en ese verso callejero tan trascendente: “Ser recordado por otros seres humanos nos hace inmortales”… “Vivimos para guardar recuerdos y buscar ser inmortales en los recuerdos ajenos”. (Pero, eso sí, que te recuerden en el maravilloso espacio de la bondad humana).