La educación y la salud son dos áreas del ámbito socioeconómico que tienen deudas históricas con la población de República Dominicana. Son dos áreas vitales para las personas y para el país, por la repercusión que tienen en el desarrollo humano, social y económico de nuestra nación. En artículos anteriores hemos valorado algunos pasos, todavía muy modestos, que ha logrado el campo de la educación. Del sistema de salud tenemos información publicitaria y del contexto sobre sus avances, pero tiene mayor alcance informativo el nivel de precariedad con que funciona y el estrés que viven gestores, médicos y personal auxiliar de este campo. En este tema-problema vinculado a educación y a salud son múltiples las variables que podemos considerar. Generalmente, hay variables que están de forma constante en los medios de comunicación, tanto virtuales como impresos. Están presentes, también, en la radio y en la televisión: escasez de recursos, bajos salarios, infraestructura indigna, etc. Hay otras variables a las cuales se les presta poca o ninguna atención, tanto en el sector educación como en el sector salud. Una de estas variables es la voz de los estudiantes y de los pacientes.
La voz es un instrumento fundamental para comunicarnos oralmente con las personas y, por tanto, los individuos y los colectivos han de prestarle la debida atención. El cuidado por la voz de las personas, de las instituciones y de los movimientos adquiere mayor relieve cuando sus derechos y oportunidades se ven amenazados. Con la voz no se resuelve todo, pero se preparan las alertas capaces de darle un vuelco a la situación que amenaza u oprime. En estos momentos es un imperativo que en los sectores educación y salud se produzca una recuperación de la voz de los estudiantes y de los pacientes. Estos dos actores del sector educación, el primero, y del sector salud, el segundo, tienen que levantar su voz con fuerza para ser oída. Algunas personas son capaces de argumentar que ninguno de estos actores tiene que levantar su voz para nada por ser entes dependientes. Pero esto no es así; los estudiantes tienen que ser conscientes de sus derechos y tienen que actuar para sostenerlos, fortalecerlos y ampliarlos. Estas acciones no los eximen de las responsabilidades propias. El estudiante es una persona que se prepara para insertarse activamente en la sociedad, por lo cual tiene derechos y responsabilidades. El paciente como ciudadano también tiene derechos propios y responsabilidades personales y sociales.
Los pacientes del sector salud, por muy mal que estén, no pueden entregar ingenuamente sus derechos a las ARS, a las instituciones públicas ni a otras instituciones privadas. Sus derechos son irrenunciables; y, por ello, es también un imperativo que su voz sea escuchada y respetada. En el caso del sector educación los estudiantes deben alzar su voz para inducir a la corriente de la Asociación Dominicana de Profesores-ADP que lidera el paro de labores en el país a buscar procedimientos y métodos más creativos, más articulados con los avances de las ciencias, de las tecnologías y de la comunicación. No negamos su derecho a la reivindicación justa; pero nos resistimos al uso de procedimientos que reflejan carencia de imaginación creadora y efectiva. Por esto es preciso que la voz de los estudiantes se escuche. Es importante que sea una voz informada, una voz nada vacilante para que planteen su derecho a la educación; para que planteen a sus profesores la necesidad de actualización en las estrategias y procedimientos para la defensa de sus derechos. Los estudiantes también tienen que estar atentos para apoyar a sus profesores en toda causa que sea justa. Aún en esta situación, el primer recurso no debe ni puede ser el paro de labores. Esto mismo ha de aplicarse en el sector salud. Los pacientes tienen que defender su derecho. Habrá que estudiar la posibilidad de la organización de los pacientes para limitar y hasta eliminar el nivel de violación a los derechos que están sufriendo en el actual sistema de salud de la República Dominicana. Los pacientes también han de apoyar las acciones de los gestores y de los médicos cuando son justas. Pero no pueden ni deben lamentar o contemplar las violaciones de sus derechos en un sistema de salud que exhibe modernas infraestructuras huecas y deshumanizantes por el clientelismo político y la corrupción. El Colegio Médico Dominicano también tiene que repensar su potencial creativo para reivindicar sus legítimos derechos y avalar también los derechos de los pacientes del sistema de salud. Asimismo, los gestores del sistema de salud han de mostrar mayor respeto a los médicos y a los pacientes, además de apurar su comprensión y respeto a los derechos de su personal en un mundo tan avanzado como el de la medicina. La voz de los estudiantes y de los pacientes necesita fortalecimiento y una acción más consistente. Es un imperativo hoy.