Nueva York.-El mundo degeneró en una ridícula y horrorosa porquería.

Millones de niños y niñas del mundo abandonan las aulas demandando acciones oficiales contundentes contra el calentamiento global.

Nuestros nietos piden que salvemos sus vidas, pero ignoramos sus súplicas, porque el Dios Dinero, tramposo, egoísta y autoritario, como todos los dioses, los demanda en sacrificio.

Cuando una quinceañera actual cumpla 50 años, habitará un mundo inhóspito.

La ONU dice que más de un millón de especies, animales y vegetales desaparecerán en pocas décadas.

El Parlamento inglés declaró un estado de emergencia ambiental, en Washington quieren destituir al presidente Donald Trump, mientras él pelea con China, Venezuela, Corea del Norte e Irán.

Trump no cree en la emergencia ambiental y los demócratas, que dicen creer, ignoran la propuesta de la congresista Alexandria Ocasio Cortez de plantearnos un Nuevo Pacto Verde.

El poblado de “Paraíso”, en California, un incendio forestal lo convirtió en un infierno, murieron 85 personas. La cuestión es tan seria, que  ciencia y la religión coinciden.

En el 2015 el Papa Francisco emitió su Encíclica “Laudato Si: un llamado a la acción”, pidiendo revertir el deterioro ambiental.  Y Elizabeth Kolbert publicó “La Sexta Extinción”, demostrando científicamente cómo estamos destruyendo el planeta.

Adorando al Dios Dinero, estamos destruyendo las fuentes de agua y oxígeno que mantienen la vida en el planeta.

Lo más grave es que los políticos no solucionarán absolutamente nada,  porque ellos, entregados al Dios Dinero, crearon este desastre.

Los cambios climáticos son cíclicos y naturales, pero acciones humanas de los últimos 40 años precipitaron el desastre ambiental que enfrentamos.

Ronald Reagan y su Neoliberalismo le entregaron a las corporaciones la libertad absoluta de hacer cuanto quieran a nombre del “crecimiento económico”, ahí iniciamos la cuenta regresiva.

Ellas destruyeron el equilibrio ecológico, crearon esta emergencia planetaria.