Nuev York.-Todos sabíamos que el presidente Donald J. Trump ve la vida desde una perspectiva muy diferente al resto de los mortales. Hay cosas positivas de su gobierno, como el crecimiento del Producto Interno Bruto en el primer cuatrimestre del año y un buen aumento en los índices bursátiles.
La semana pasada, sin embargo, su administración lucía en desbandada. Trump sigue criticando a su procurador general Jeff Sessions. Sacaron al jefe de prensa y el gerente general de la Casa Blanca, ahí dentro se vive una guerra fratricida de todos contra todos.
Parecería que Trump perdió control del “divide y vencerás”. E intenta distraer la atención de sus conflictos internos y el colapso de su iniciativa legislativa contra el sistema sanitario conocido como Obamacare. Trump dijo que no admitirá transexuales en las Fuerzas Armadas, que lo consultó con sus generales, pero el Pentágono, extrañamente, lo desmintió.
Los republicanos están sumamente preocupados por la galaxia que crece entre ellos y su presidente Trump, cuya popularidad está en niveles muy bajos.
El presidente mueve sus piezas en el tablero y tiene una estrategia que apunta a un conflicto militar.
Nombró al general retirado John Kelly como gerente de la Casa Blanca y ahora rumoran que cambiará al actual procurador general, Sessions, al departamento de Seguridad Interna.
Un nuevo procurador general puede tomar el control de la investigación sobre los contactos de Trump y Rusia para cerrar el caso.
Ahora no será sólo Trump escupiendo insultos, el nuevo director de comunicaciones de la Casa Blanca Anthony Scaramucci, es mucho más boca sucia que su jefe.
Lo único absolutamente seguro es que mañana Trump traerá algo más escandaloso de lo dicho o hecho ayer.
Trump seguirá girando contrario a las manecillas del reloj político nacional, cual huracán, destruyedo todo lo que encuentre.