Este país como que huele a mierda; huele de nuevo a "¡Viene Juan Isidro…Y viene con cuarto!"; huele otra vez a "Horacio, o que entre el mar"; tiene un ligero toque a "Dios y Trujillo"; apesta nuevamente a "¡Hacia el Palacio, a paso de vencedores!" y a "¡Vuelve y vuelve!". Y en medio de esta peste que invade casi todos los resquicios del "sistema" político, uno no quiere renunciar a la esperanza (vaga esperanza, pero esperanza al fin) de que se produzca una vaina, algo así como una catarsis de conciencia que imponga la decencia, para ver si esta democracia tan apestosa empieza a oler un poco a Agua de Florida o a gardenia.