La gestión gubernamental del PRM cumple hoy un año en la gestión pública. Los analistas y editoriales de la prensa evaluarán las virtudes y/o desaciertos del gobierno. Esta valoración estará sesgada por la perspectiva política de quien hable o escriba. Por supuesto, cada uno hablará de un país y unas circunstancias que, para un lector ajeno a dicha realidad, le parecería que están referiendose a un país y/o circunstancia totalmente distinta una de otra; para nada, que se trata del mismo país o de las mismas circunstancias. Esto no es nuevo, absolutamente siempre pasa lo mismo. Tales apreciaciones ponen de relieve la cuestión de que “la realidad es según el cristal con que se mire”. Por algo hay quienes han postulado la hipótesis de la “la realidad es una construcción social”. Eso significa entonces, que las narraciones solo expresan la perspectiva ideológica o los intereses particulares de quien la hace.
Otra tendencia siempre recorrida es aquella de que las “cosas buenas” se deben a la nueva gestión, no importa si nos estamos refiriendo a de cuestiones cuyo comportamiento obedece a procesos de mediano o largo plazo, es decir, no son consecuencia de la inmediatez. Por otro lado, si se trata de “cosas malas” toda la responsabilidad será descargada de las autoridades gubernamentales anteriores. Es siempre el mismo discurso solo que cambian los momentos y los actores. Pasado y presente, el hoy y el ayer se nos confunden.
Se trata del mismo país, la misma nación, el mismo territorio o, incluso, los mismos actores, o peor, el mismo discurso, solo que los créditos correspondientes, si es malo son los otros, si es bueno, por supuesto, me toca a mí.
Mientras estos dislates siguen ocurriendo en el mundo de los políticos, en el mundo real crece la pobreza, la inequitativa distribución de la riqueza se profundiza y las trabas para alcanzar un mejor país se fortalecen. No bien damos tres pasos para adelante cuando tropezamos y caemos cuatro o cinco escalones hacia atrás. Esos relatos continúan apostando, pienso, a la falta de memoria histórica que, en unos casos, se puede explicar a los bajos niveles de desarrollo cognitivo alcanzado, y en otro, a los intereses corporativos particulares, que solo ven lo que quieren ver. Al final de las cuentas, es el pueblo que sufre las consecuencias, que generalmente olvida al momento que de nuevo se repartan “panes y circo”. Ha sido nuestra historia y la misma de muchos otros pueblos en el mundo.
¿Vale preguntarse entonces, llegará el momento en que los intereses del bien común sean los que primen en la vida social y política, y no aquellos que sirven a sectores políticos o económicos particulares?
¿Llegaremos los dominicanos en algún momento a disfrutar de buenos servicios educativos y de salud con independencia de quién o quiénes estén gestionando la “la cosa pública”?
¿Llegará el momento en que el bienestar de la población esté por encima de los intereses particulares de las corporaciones “de salud y servicios médicos”?
¿Tendremos la oportunidad en algún momento histórico cercano a disfrutar de seguridad ciudadana sin importar la hora o el territorio?
¿Cuándo los organismos de seguridad ciudadana estarán en realidad organizados para efectivamente velar por la seguridad de todos?
¿Veremos algún día a nuestros atletas practicar continuamente apoyados por políticas de estado que se respeten de manera continua y que no dependan tan solo de una firma comercial?
¿Vendrá el momento en que cuando salgamos a la calle nos encontraremos con un tránsito organizado, en el que se respeten los derechos de todos?
¿Cuándo llegará la ocasión en que aquellos que tienen alguna dificultad motora en su desplazamiento tengan la certeza de que caminan por aceras y calles adecuadas, sin encontrarse con los obstáculos que ciudadanos inescrupulosos e irresponsables colocan en las áreas públicas apoyados por las mismas autoridades que están para que esto no ocurra?
¿Llegará el momento en que los funcionarios que ejercen la gestión de la justicia no tengan “corruptos favoritos” y que todo aquel que viole las normativas legales sea conducido y procesado según las normas establecidas?
¿En qué momento de nuestras vidas gozaremos de servicios energético y de agua adecuados y continuo?
¿Cuándo los funcionarios y empleados del sector público serán realmente “servidores públicos”?
¿Gozaremos en algún momento de una gestión pública donde el oportunismo, el clientelismo, el patrimonialismo y el nepotismo brillen por su ausencia?
¿Es que la sangre derramada por cientos y miles de hombres y mujeres que han luchado por un mejor país ha sido en vano?
Todos los dominicanos somos merecedores de un mejor país, sin importar quiénes estén al frente del gobierno. Todos nuestros niños, jóvenes adolescentes y personas adultas nos merecedores de una educación de alta calidad, que nos permita desarrollar las competencias fundamentales para alcanzar una mejor vida. Cuando eso ocurra estaremos hablando del país que soñó Juan Pablo Duarte y que los Trinitarios abrazaron como bandera. Quizás se hace propicio recordar sus propias palabras: “Trabajemos por y para la Patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos. Trabajemos, trabajemos sin descanso, sin perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa, pues vivir sin Patria es lo mismo que vivir sin honor”.