Desearía estar equivocado, pero no puedo esconder la realidad. Quisiera creer que la oportunidad de cambio es real, de otra forma, siento que peco por pesimista. Pero tanto el ambiente electoral como la falta de propuestas de gobierno de los partidos mayoritarios, a escasos meses de celebrarse las elecciones, no me permiten dar un pronóstico alentador. Enfocando el lente hacia la oposición, me convenzo cada vez más que los cambios necesarios en nuestra nación no yacen en la figura del ex presidente Hipólito Mejía.
Léase bien, hablo de CAMBIOS, indicando que el status quo al que estamos sujetos por la actual administración debe llegar a su fin. Por consiguiente, no busco apoyar de forma tácita al partido oficialista. A mi entender, el PLD ha liderado dos gobiernos consecutivos en los que ciertamente se pueden enumerar algunos logros. Independientemente de partidarismos, hay que destacar la buena labor del gobierno en áreas como la macroeconómica, el manejo de la crisis económica global y la inserción del país en el mapa geopolítico sin ser una potencia mundial. Ahora, si bien han habido logros, las deficiencias en este gobierno han brillado más que un bombillo de neón. La corrupción administrativa y el clientelismo han sido los pilares donde se han sustentado numerosos políticos y funcionarios durante el actual gobierno. Y ni hablemos de la delincuencia, flagelo que ha ido ganando terreno, muchas veces gracias a la corrupción endémica, que incluso afecta a nuestras instituciones de seguridad.
Es obvio que necesitamos un cambio. Lo que me preocupa sobremanera es que quien está siendo "ensalzado" como la alternativa al status quo, es precisamente quien menos debería serlo. Hace días, Mejía se refería a la supuesta revocación de visados a cuatro generales del anillo palaciego. Encontré atinado, pues todo dominicano a debido hacerlo, que Mejía emplazara al presidente Fernández a explicar esos alegatos. Pero ahí termina mi "encanto" momentáneo con el candidato del partido blanco. ¿Cuenta Mejía con la moral para exigir explicaciones sobre revocación de visados cuando funcionarios de su gobierno, como Guido Gómez Mazara y Víctor Céspedes, estuvieron señalados por casos similares? ¿Y qué sobre el caso de Pepe Goico? De estos (los funcionarios), al menos dos individuos están apoyando abiertamente la campaña de Mejía. También me pregunto: ¿por qué Mejía no se "auto-emplaza" a explicar esos casos, especialmente cuando, en el caso de Pepe Goico, lo lleva "de la mano"?
A semejanza de los gobiernos del PLD, la impunidad ante la corrupción fue una constante durante el gobierno de Mejía. Creería en las promesas de cambio de Hipólito si no recordara casos como el del INDRHI, el de Bienes Nacionales, y las irregularidades en el programa de subsidio de GLP durante su gestión, por mencionar algunas. Mejía, durante su gobierno, recibió un doctorado en "engavetar" casos de corrupción, mismos que debieron ser inmediatamente investigados. En ocasiones, bastaba con que Mejía dijera las palabras mágicas: "no, él es mi amigo".
Asimismo, el crimen organizado y el narcotráfico, actividades que no son ajenas a la actual administración, también encontraron "padrinos gubernamentales" en la administración de Mejía. Recordemos que Quirino Ernesto Paulino es ascendido a capitán durante la gestión de Mejía, mientras que informes de inteligencia indican que Figueroa Agosto operaba abiertamente en nuestro país desde 1999, luego de escapar de prisión en Puerto Rico. Por la magnitud y alcance de ambas redes, es imposible que hayan podido realizar sus actividades sin la permisividad y/o complicidad de miembros del gobierno y/o las fuerzas armadas dominicanas durante las gestiones del PLD y del PRD. Con esos casos, AMBOS gobiernos están embarrados.
Pero hoy, Hipólito nos muestra un rostro afable, muchas veces refrescante, evocando la imagen de un viejo lleno de sabiduría. Pero a mí no me engaña ese forro de ovejo porque, a mi entender, no es lo mismo un viejo sabio que un sabio viejo. Hipólito es lo segundo.
No es solamente su pasada gestión lo que me causa desconfianza, sino la forma en que ha rodeado su proyecto de gobierno con personas que están "esperando lo suyo". Me rehúso a depositar la esperanza de un cambio en un líder retrogrado, carente de principios para navegar en este mundo globalizado, que ha demostrado, con hechos, ser "más de lo mismo". Al parecer, mientras los buitres en control no permitan una renovación del liderazgo político, no tendremos opción a un cambio, pues la claque dirigencial de ambos partidos mayoritarios fueron moldeados con la misma hechura.
¿Representa Mejía el cambio? Un no, basta y sobra. Hipólito Mejía, sin lugar a dudas, es un sabio viejo.