Nueva York.-En su último discurso de campaña, Hillary Clinton podría interpretar la melodía de Julio Iglesias “tropecé de nuevo y con la misma piedra”.
Galaxias insalvables separan el dicho del hecho en su campaña. Hillary es candidata de los pobres, del Status Quo y de Wall Street, por física elemental, un cuerpo no puede ocupar tantos lugares simultáneamente.
Como senadora Hillary votó para invadir a Irak, como candidata en el 2008 prometió continuar la política anti-terrorista bushiana, pero el país quería cambios.
Entonces un negro desconocido, con nombre impronunciable, Barack Obama, prometió “cambios” y ganó, pero su gobierno fue un fracaso casi absoluto.
En política exterior retiró las tropas de Irak y Afganistán, pero las re-envió, se desintegraron Siria, Libia y Yemen. Nació el Estado Islámico.
A nivel interno, los bancos que montaron la estafa del 2008, eufemísticamente denominada “gran recesión”, hoy son más grandes, tienen menos regulaciones.
Militante radical del arribismo, el continuismo y del “deja las cosas como están”, Hillary defiende todos los fracasos políticos de Obama, porque instrumentó algunos, se beneficia de otros.
Como senadora apoyó invadir a Irak, como secretaria de Estado retiró tropas, como candidata apoya que retornen los soldados que ella retiró, Hillary exhibe una incoherencia molecular. Tiene la consistencia de una veleta.
Hillary apoya las políticas económica y sanitaria de Obama; Wall Street y las aseguradoras le pagaron $6.0 millones como “conferencista”. Ahora invierten muchos millones en su campaña.
Por eso Hillary pierde popularidad ante senador de Vermont, Bernie Sanders, él no acepta donaciones de banqueros ni aseguradoras.
Bernie promete una “revolución política” popular, seductora; fascinante: seguro médico universal, duplicar el salario, educación universitaria gratuita, regulaciones bancarias reales y más impuestos a los ricos.
Bernie promete cambios, Hillary ofrece “más de lo mismo”, hasta los ciegos pueden verlo, Hillary tiene serios problemas.