Nueva York.-Bill Clinton decidió que su esposa Hillary Clinton será la primera mujer presidenta estadounidense, pese a su alta tasa de rechazo e impopularidad. Antes de reducir su rechazo y aumentar su popularidad, Bill decidió buscarle un contrincante que sea más rechazado e impopular que ella.
Esas cosas, para nosotros los mortales comunes y corrientes, vulgares y silvestres, son imposibles, impensables. Para Bill Clinton, el político más poderoso y talentoso del último cuarto de siglo, son cosas sencillas.
Bill escogió a su buen amigo y donante de campañas electorales Donald Trump, como contrincante de Hillary. Según la revista Newsweek, Clinton y Trump conversaron por teléfono en mayo del 2015.
Ahí Clinton estimuló a Trump a “reclamar su espacio” dentro del Partido Republicano. Dos semanas después, Trump lanzó su candidatura y niega influencias de su amigo Clinton.
Para los republicanos, tambaleantes por los embates del Tea Party, los extremistas derechistas que intentaron radicalizarlo hace unos años, Trump cayó como una bomba atómica.
Destruyó el partido.
Sólo Trump, ese candidato imposible, hace que Hillary, con todo su rechazo e impopularidad, ascienda a “nuestra salvadora”.
Con los republicanos en desbandada, Hillary ganará fácilmente, tendrá un congreso favorable, porque los demócratas recuperarán escaños, gobernará sin oposición.
Gracias a su dilecto amigo Trump, ellos fueron a su última boda; Ivanka Trump y Chelsea Clinton son íntimas amigas; esta gente se quiere de verdad.
Trump para Hillary, es como Lajara Burgos para Joaquín Balaguer en 1974. Balaguer dividió el Partido Revolucionario (PRD) en “tendencias”, ellos se mataban internamente, él gobernaba tranquilamente. Con Miguel Vargas, Leonel Fernández destruyó al PRD y gobernó sin oposición; vivió el sueño dorado de todos los políticos de la bolita del mundo.
Gobernar sin oposición, parece ser el destino de Hillary; Bill es un hombre fuera de serie, un genio.