(A la memoria de un gran hombre e insigne militar)
En junio de 1963, el director de la Academia Militar Batalla de las Carreras, recibió la información de que se gestaba un golpe de Estado contra el gobierno constitucional del presidente Bosch,
“No. No lo permitiremos; hay que respetar la voluntad popular y la Constitucion de la Republica”, fue la contundente respuesta del coronel Rafael Fernández Domínguez quien, a partir de ese momento, marcó su destino y el de muchos otros. Alrededor de ese objetivo convocó a un selecto grupo de oficiales, dando inicio a lo que conocemos como Movimiento Militar Constitucionalista, que demostró, entre otras cosas, la importancia del respaldo militar a la Constitución y a los procesos democráticos de nuestros pueblos. A partir de entonces, los golpes de Estado a gobiernos constitucionales serían cada vez mas difíciles de concretar.
El 19 de mayo de 1980, pusimos en circulación el libro “Coronel Fernández Domínguez, Fundador del Movimiento Militar Constitucionalista”, para que el pueblo dominicano conociera su vida, hasta ese momento desconocida.
Imposible no invitar al coronel Miguel A. Hernando Ramírez, quien desde de la década de los sesenta fue compañero y amigo entrañable de Rafael. Juntos, estaban decididos a erradicar de los cuarteles la indisciplina, la corrupción y la violación a los reglamentos militares. Pretendían desplazar lo que se conocía como “vieja guardia trujillista”, con el propósito de dar inicio a la profesionalización de las Fuerzas Armadas.
El coronel Hernando Ramírez fue una bujía inspiradora para el coronel Fernández Domínguez. Llevó sobre sus hombros el peso de grandes responsabilidades; digno, honrado, valiente y responsable, en él, la grandeza encontró un lugar ideal para exaltarse.
El coronel Hernando fue la persona que Fernández Domínguez sugirió a Bosch para ocupar la jefatura de las Fuerzas Armadas, intentando ambos, contrarrestar la conspiracion contra el gobierno. Hernando Ramírez se encontraba en Panama realizando el curso de Estado Mayor y habia que esperar. De la idoneidad del nombramiento, Fernández Domínguez había hablado meses antes con el profesor Bosch cuando, convencido de que éste sería el próximo presidente de la Republica, vió la posibilidad de iniciar los trabajos de reestructuración de las Fuerzas Armadas Dominicanas. Así se lo manifestó a Juan Bosch. Nadie mejor que el coronel Miguel Ángel Hernando Ramírez para dirigir y concretar estos planes.
Es así, que cuando Fernández Domínguez fue extrañado de su país, a pocos días del derrocamiento del gobierno constitucional, que trató de evitar sin éxito, no dudó en contactar a Hernando Ramírez, para que asumiera la dirección del movimiento mientras él se encontraba forzosamente fuera del país. En junio de 1964, Fernández desde Madrid y Hernando desde Santo Domingo, se encontraron en Puerto Rico para entrevistarse con Bosch a quien Fernández Domínguez debía presentarle y recomendarle personalmente, a este respetado oficial.
Pasaron los años…
El coronel Hernando Ramírez asistió a la puesta en circulación del libro por expresa invitación mía. También invité a don Antonio Guzmán, en ese entonces Presidente de la República, gran amigo mío y admirador de Rafael, enterándolo de los detalles de la actividad.
Hernando Ramírez había llegado al país apenas un año antes, tras un exilio de 13 años y durante el acto hizo uso de la palabra para referirse a las cualidades de Fernández Domínguez a quien calificó como “el mejor oficial dominicano”.
Temprano al otro día, el coronel Hernando Ramírez fue requerido por la Jefatura de las Fuerzas Armadas con el alegato de no haber pedido permiso para asistir al acto, que calificó de político, y para que explicara sus pronunciamientos acerca del coronel Fernández Domínguez. El coronel Hernando reiteró ante su superior lo que opinó sobre su amigo. Horas despues, estaba cancelado como oficial de las Fuerzas Armadas Dominicanas.
Yo escribi una carta a don Antonio quejándome por tan drástica decision. Pensé, ingenua, que informarle era suficiente. Fue un error. Años despues Don Antonio y yo hablamos del tema. Traté de entenderlo, pero nuestra relación nunca se quebró.
Este fue uno de los tantos momentos difíciles de mi vida. No fueron pocas las noches que pasé en vela sintiéndome culpable por lo sucedido y sólo ánimos recibí de este hombre que, en tan duras circunstancias, mostró una entereza y dignidad propia de seres humanos excepcionales.
A la pregunta del periodista Carlos Cepeda, de si él, Hernando Ramirez, estaría dispuesto a asumir la defensa del gobierno constitucional que presidía Guzmán, (el gobierno que lo había separado de las filas militares), con la misma decisión que adoptara años antes en defensa del gobierno de Bosch, el coronel Hernando respondió con esta frase: ”Por la constitucionalidad muero yo en este país”.
Pasaron los años pero el coronel Hernando Ramírez siempre fue el mismo hombre, correcto y sencillo que yo conociera hace 60 años. Sin quejarse de su situación, sin vanagloriarse de sus heroicas actuaciones y sin que sus demoledoras críticas guarden, en cualquier caso, espacio para el rencor, el coronel Hernando Ramírez mantuvo el mismo rechazo al atropello, a la injusticias y a la corrupción, ganándose el respeto y la admiración de la sociedad dominicana.
Pasaron los años pero el coronel Hernando Ramírez nunca fue conservador y levantó su voz, siempre intransigente, firme, coherente. Sus actuaciones de ayer como militar defensor de los mas caros intereses de la nación y de su pueblo, son tan dignos de respeto como el ejemplo de rectitud y hombría que demostró como civil.
Coronel, amigo del alma, fuiste uno de los mas bellos tesoros que me regaló la vida. De tu entereza, saco las fuerzas para continuar…y para terminar con dignidad.