Las únicas visitas del finado físico británico Stephen Hawking a América Latina las realizó a un mismo país: Chile, en agosto del 1997 y enero del 2008.

En la primera ocasión Hawking participó en el seminario internacional “Los hoyos negros y la estructura del universo” celebrado en la estación Mapocho de Santiago.

En el 2008 viajó para participar en el cumpleaños 60 de su amigo Claudio Bunster, un eminente físico chileno fundador del Centro de Estudios Científicos (CEC) instalado en la ciudad de Valdivia.

(Claudio Bunster fue conocido hasta el 2005 como Claudio Teitelboim y como hijo del premiado escritor y figura histórica del Partido Comunista de Chile, Volodia Teitelboim; sin embargo, en marzo del 2005, a los 57 años de edad y a pesar de sus significativos aportes a la comprensión de los enigmas del universo, Claudio descubrió que ignoraba algo sencillo y fundamental: desconocía que su padre biológico no era el escritor Volodia, sino el abogado Álvaro Bunster, quien había fallecido un año antes, 2004, en México; ni su padre ni su madre le habían dicho nunca la verdad sobre su procreación biológica. A partir del 2005 el científico cambió el apellido Teitelboim de su padre adoptivo por el de su padre biológico, Bunster).

Ahora bien, el simple hecho de que Stephen Hawking viajara desde Cambridge, Gran Bretaña, hasta la lejana Valdivia para celebrar un cumpleaños de Bunster sugiere el enorme prestigio de este investigador chileno y del centro que todavía dirige. Bunster había hecho su doctorado en la universidad de Princeton, donde se especializó en relatividad general, agujeros negros y cosmología cuántica y su director de tesis doctoral fue nada más y nada menos que John Wheeler a quien se le reconoce como el primero en acuñar el término “hoyos negros” para denominar regiones singularísimas del universo.

Bunster ha sido, además, profesor de la universidad de Princeton y de la de Texas en los Estados Unidos, recibió el Premio Nacional de Ciencias Naturales de Chile en el 1995 y aceptado como miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos en el 2005. Uno de sus grandes méritos es que muy joven y en plenitud de su producción científica regresó a Chile y fundó en el 1984 el Centro de Estudios Científicos, cuyos aportes en física, biología y glaciología, por ejemplo, le ha generado un merecido renombre internacional. Aparte formar y graduar doctores de alto nivel, el CEC ha sido sede regular de seminarios, talleres, conferencias, estancias de postdoctorados e intercambios internacionales con la participación de verdaderas luminarias de la física a escala mundial, incluyendo premios Nobel.

Bunster y el CEC, entre tantas otras joyas intelectuales chilenas, son una muestra de que personalidades científicas activas y centros académicos de calidad contribuyen de manera relevante al desarrollo de una buena “marca país”.