La semana pasada el Lic. Hatuey De Camps manifestó su deseo de lograr un acuerdo y reunificación de la oposición con miras a sacar al PLD del gobierno. Ésta, a pesar de ser una buena iniciativa, no deja de ser muy difícil y quizás la mayor prueba del presidente del PRSD en los últimos años.
Tarde se le está haciendo, por no decir que ya es muy tarde, a la oposición para la tarea que se ha propuesto Hatuey De Camps.Lo difícil está en que se enfrentará a tres personas que dicen, piensan y sueñan con llegar a la presidencia de la República. Cada uno de éstos tienen sus propios seguidores, que conociendo bien la mentalidad de nosotros los dominicanos, ya deben estar repartiéndose los cargos sin tener ni siquiera a su líder con posibilidades reales de convertirse en el primer mandatario. Por el otro lado están los egos y rencillas personales que arrastran algunos.
Hipólito Mejía, quien fuera ya presidente de la República, es quien tiene mayor cantidad de seguidores y por ende mayores posibilidades de que en una reunificación y entendimiento de la oposición, se convierta de nuevo en presidente, tiene el problema de que sabiendo esto, no cederá la candidatura presidencial. Otro problema es la tasa de rechazo y el desgaste de su popularidad, tal como sucedió en la última campaña electoral, donde comenzó con una gran ventaja y su caudal de simpatizantes se redujo en la recta final.
Luis Abinader, el más joven de todos los precandidatos, tiene la ventaja de que es el mejor visto por la clase conservadora de nuestro país. No tiene cola que le pisen, ecuánime, preparado, pero aún no tiene el liderazgo de aglutinar y mantener la oposición y mucho menos las masas. De ser el candidato y perder las elecciones, correría el riesgo de ser visto como un perdedor y la gente dirá “el candidato debió ser…”. Con esto desaprovecharía la oportunidad de afianzarse y solidificar su estructura para futuras elecciones.
Miguel Vargas, el caso más complicado y complejo de todos. Tiene la mayor tasa de rechazo y ha llevado la situación a un plano personal. Hay que sumarle que sus adeptos le han sembrado la idea de que el 2016 es la última oportunidad que tiene para ser presidente y él lo cree así. Pero aún así, él es quien podría aportar la solución y es la pieza estratégica del juego.
Vargas es el que menos posibilidad tiene de alcanzar la presidencia en estos momentos y quizás en el futuro. Pero, bien podría ceder, dejar a un lado los problemas personales y llegar a un acuerdo. Abandonar la candidatura presidencial y negociar las senadurías donde hayan más electores como la del Distrito Nacional –bien podría ser el candidato-, la provincia Santo Domingo, Santiago, San Cristóbal, La Vega, por citar algunas y unas cuantas de las alcaldías. Trabajar desde esas posiciones y fijarse la meta de ser presidente en el 2020.
Una posibilidad que existe para que De Camps logre su objetivo, es que tenga una carta debajo de la manga y proponga a alguien, que no sea ninguno de estos tres, que sea de la aceptación y respeto de todas las partes.
Sólo nos queda esperar.