Año 2020, te vas llevándote a seres valiosos, quienes desde hoy y hasta siempre solo podrán estar presentes en nuestros falibles recuerdos.
Año 2020, te vas dejándonos una sensación encontrada, con motivos para llorar y motivos para reír, pululando en la consciencia que violan la ley de la inercia; sendos sentimientos inmutables por la indeterminación que produce la crisis telúrica.
Año 2020, te vas y nos deja el alma lastimada porque hay heridas que difícilmente cicatricen sin la intervención de la divinidad.
Año 2020, te vas y te llevas mucho, pero nunca la esperanza, el optimismo y el deseo de continuar fortaleciendo nuestros lazos familiares, la obligación voluntaria de emular el ejemplo de los seres de bien que te llevas, y la firme determinación de continuar siendo mejores personas, mejores servidores del 2021.
¡Año 2020, vete en paz!