Hamlet Hermann Pérez, ha muerto; con su ida el país deja de contar con un dominicano por entero, y el movimiento revolucionario mundial a un internacionalista a carta cabal. No sólo fue ingeniero, escritor y guerrillero, sino fundamentalmente humano, sensible.
Con la partida de Hamlet, pierdo un amigo solidario, un camarada entrañable; al compañero de actividades democráticas nacionales y extranjeras; al confidente de mutuos secretos; al íntimo viajante. Él se lleva para la tumba los momentos amargos y dulces que como compinches pasamos.
Hamlet y yo disfrutamos muchas noches y madrugadas departiendo, abordando diferentes temas; dialogábamos en torno a distintos asuntos de naturaleza política o social. Las múltiples ocasiones que compartimos le permitieron escribir sobre mi persona, lo siguiente.
“Juro no recordar cuándo conocí a Negro Veras. Si fue en Santiago o en la capital, no sé. Sí puedo asegurar que, juntos, hemos cometido cuantas infracciones puedan imaginarse a las injustas normas de los explotadores, los abusadores y del imperio más poderoso que ha soportado la humanidad. Les hemos llevado la contraria tantas veces como hemos podido y nunca hemos cedido a sus presiones ni a sus chantajes. Eso nos ha hecho inseparables”. (1)
“Nadie mejor que yo conoce el estruendo de sus ronquidos cuando duerme plácidamente, sin importarle el insomnio ajeno. Incluso ronca durante las siestas que suele echar en el Santiago de sus amores, que no de los 30 Caballeros”. (2)
“Puedo asegurar, asimismo, que es uno de los tipos más aburridos cuando de diversiones se trata. La vida la toma demasiado en serio y no se da cuenta de que un relajo de sociedad, como es la del capitalismo monopolista, tiene que ser asumido de relajo o uno se vuelve loco con tanto abuso y miseria. Incluso, se deben combatir las desigualdades sociales con una sonrisa en los labios, cosa que, raras veces, Negro utiliza, a no ser en los ambientes más íntimos”. (3)
“Por ese exceso de seriedad e ingenuidad es que ha podido ser víctima de algunas de las bromas pesadas que algunos le hemos gastado a lo largo de todos estos años de lucha, en las cuales, los únicos que nos burlamos de él, hemos sido los perpetradores de esas travesuras”. (4)
Hamlet sabía que le tenía una gran admiración y aprecio; llegué a valorarlo como persona por su coherencia y firmeza en sus convicciones. El trato permanente que mantuvimos creo entre ambos afectos comunes, lo que le llevó a escribir:
“No es cosa común que los contemporáneos se admiren entre sí. Edades aproximadas y muchas coincidencias en formas de pensar, hacen que las actuaciones más notables se vean como algo natural y cotidiano. Sin embargo, debo admitir que admiro a ese personaje que se llama Ramón Antonio Veras, a quien sus amigos llamamos Negro Veras”. (5)
Hoy, ante la muerte de Hamlet, le digo: te fuiste, pero para los que tuvimos la dicha de conocerte y tratarte, estarás siempre presente.
Fuente de citas:
Libro de mi autoría: Parte de mi vida: para mis hijos, nietas y nietos. Página 203-204 y 205.