Al cumplirse cinco años del devastador terremoto que redujo a cenizas la capital haitiana, otro sismo de índole político-humana asoma en el horizonte de Puerto Príncipe, alimentado por la lucha de intereses de las élites dominantes que controlan la Presidencia y el Parlamento, a quienes sólo les preocupa el caos  permanente que espolea el laberinto sin futuro de un país corrupto convertido en un barril sin fondo.

Sesenta meses después del sismo de 2010, organismos internacionales estiman que han aportado cerca de 10-mil millones de dólares en Haití para propósitos de reconstrucción. Pero eso no ha sido suficiente. Todavía el gobierno haitiano no ha sido capaz de organizar el retorno a la normalidad caótica previa al terremoto, y aún miles de damnificados continúan a la espera de asistencia de quienes los gobiernan.

¿Pero cuál es y ha sido la realidad haitiana? ¿Por qué los organismos de socorro y ONG’s evitan entregar fondos al gobierno de Michel Martelly? ¿Y por qué en Haití se fomenta la emigración ilegal hacia el este, es decir República Dominicana, o el norte, Estados Unidos, para aliviar un poco la olla de presión dentro de un país con un pueblo enorme hambriento y al parecer condenado por la historia a la miseria permanente?

A medida que la población rural aumenta y la cantidad de tierra cultivable se reduce, la migración hacia las ciudades haitianas se acelera en busca de una vida mejor. Y si no la encuentran allí, el próximo paso es la emigración al exterior, legal o ilegal

Debido a los datos imprecisos, ambiguos y a veces contradictorios que ofrece el gobierno haitiano, un informe de la USAID difundido en 1999 –hace 15 años– revelaba datos escalofriantes de la bomba de tiempo que es Haití. Su director entonces, Phyllis Dichter Forbes, subrayaba que los dos mayores problemas allí son: demasiadas personas tratando de sobrevivir y una tierra muy estrecha y explotada.

En el 2010 la USAID suministró alimentos de emergencia a más de cuatro millones de haitianos en los primeros tres meses después del terremoto, proveyó agua potable diaria a un millón-300 personas, además instaló más de 11-mil-500 letrinas y 25 sistemas de agua, y un millón-500-mil haitianos desamparados recibieron materiales para refugios improvisados en los primeros cinco meses que siguieron al desastre telúrico.

A medida que la población rural aumenta y la cantidad de tierra cultivable se reduce, la migración hacia las ciudades haitianas se acelera en busca de una vida mejor. Y si no la encuentran allí, el próximo paso es la emigración al exterior, legal o ilegal. Un estudio del Fondo de Población de la ONU, difundido en 1998, estima la población en Haití en casi ocho millones de habitantes, alcanzada cinco años antes de lo previsto en 1980. Al presente es de unos once millones y se proyecta que para el 2027 será de 16 millones.

Pese a los efectos del cólera, cuya tasa de mortalidad se redujo a sólo .4 por ciento en 2014, muy por debajo del nivel internacional de 1 por ciento, cada haitiana tiene en promedio 4.8 partos en su vida, el mayor en el hemisferio occidental y el doble del resto de América Latina. El 70 por ciento de ellas busca dar a luz en República Dominicana, donde reciben asistencia gratuita. El 60 por ciento de la población es menor de 25 años, y el 43 por ciento está por debajo de los 15 años de edad.

Según el Fondo de Población que cita los censos, la población haitiana aumenta a una tasa de 2.32 por ciento anual, igual a 22 haitianos por hora, 550 por días y 200-mil al año, después de la migración. La densidad de población era de 740 habitantes por milla cuadrada. La edad para el inicio de las relaciones sexuales en Haití es de 12 años, con 60 por ciento de la población sexualmente activa, por lo que las muchachas paren cada vez más jóvenes. A ello se suma una población flotante de un millón de haitianos en Canadá y los Estados Unidos, y mucho más de un millón en el Caribe, mayormente en la República Dominicana.

Después del terremoto de 2010, la USAID inyectó más de 19 millones de dólares a la economía haitiana en el primer año con empleos por paga a corto plazo, para remover 2.7 millones de metros cúbicos de escombro de un total de 10 millones generados por el sismo. Construyó más de 600-mil salones de clase semi-permanentes para unos 60-mil estudiantes, e instaló una planta de energía de 10 megawatt, con ampliación potencial a 25-megawatt, en el Parque Industrial Caracol en el norte del país.

El promedio de ingreso per cápita de la población es de unos 250 dólares anuales, el más bajo en el hemisferio. El 50 por ciento de los bosques en Haití existía a principios del pasado siglo. En la actualidad se estima que sólo queda 1.5 por ciento, según la USAID, y 25 de sus 30 cuencas están aniquiladas. El 70 por ciento de la población depende de la leña como combustible. El resultado: 15-mil acres de tierra cultivables perdidas cada año a causa de la erosión.

En 1981 se registró una oleada de lancheros haitianos con rumbo a la Florida, así como la emigración ilegal permanente por la frontera hacia la República Dominicana. Si las cifras no mienten, sugieren que se debe poner en vigor un esfuerzo regional coordinado para frenar y detener ese flujo de haitianos que salen de Haití, no por cientos sino por miles, así como un protocolo serio que permita repatriar a los detenidos en alta mar, en la frontera y el territorio dominicano, antes que sea demasiado tarde y la bomba de tiempo explote…