Cada vez que un fiscal o funcionario público desestima una querella

contra Leonel Fernández o al amparo de cualquier excusa rehúsa investigar sus actuaciones genera dos fenómenos: Uno es que la gente llega a la conclusión de que Leonel Fernández está blindado, protegido por la compra de funcionarios, las complicidades partidarias y capitalizando sobre la ilusión de que nadie le marchará de frente mientras crea que, alguna vez, de cualquier manera, pudiera volver a ser presidente de la república. Otro que muestra al resto de la gente, al entramado administrativo, al cuerpo social y al estamento político que la corrupción además de seguir siendo posible, es rentable; que no hay una razón poderosa para eximirse de ella, que los peligros asociados con esta conducta son manejables o despreciables y que todo se reduce a saber hacer las cosas.

La impunidad temporal de que disfruta Leonel es más relevante por lo que atañe al cuerpo social, a la fibra de la nación dominicana que por las implicaciones personales que para él tiene la situación. Eso lo ha convertido en la piedra angular de todo un complejo de procesos políticos que apenas empiezan a manifestarse pero que fueron anticipados con bastante tiempo.

Cada vez que una institución extranjera o local, -a instancias de gestiones y cabildeos- invita a Leonel a una actividad, los demás corruptos arriban a la misma conclusión: se puede hacer y deshacer y siempre salirse con la suya porque el asunto no es el repudio al personaje sino la manera como esta ausencia se convierte en un endoso de facto a la practicas corruptas.

El poder de la corporación peledeista abordó la persecución en ciernes contra Leonel de una manera inteligente. Fomentaron e impulsaron la emergencia de otros temas y pusieron a sus voceros a ocuparse de estos. Gran parte de las voces de oposición no pagadas cayeron una vez más en el error de abandonar su agenda propia y trabajar en  la que su adversario le proponía.

Ahora, en estos días extremadamente cálidos de un verano asfixiante y agobiante que no termina Leonel Fernández anuncia que pronto empezará a rugir. ¡ que bueno! Que lo haga, así va entrenándose para lo que le espera.

En una comparecencia reciente en televisión para hablar de mi libro ENIGMA Juan Bolívar Díaz y Ana Mitila Lora se asombraron de que me refiriera a Leonel como un cadáver político.

Debo aclarar esto dentro de los parámetros correspondientes.

Leonel Fernández es un tipo que ha tenido un éxito descomunal y negarle talento sería injusto además de absurdo.  Leonel ha demostrado ser un gran navegante, pero casi nadie se percató a tiempo de que navegaba con el viento a su favor y con el timón en las manos. Su destreza, de ahora en adelante, tendrá que ser equiparable a su buena fortuna y ya perdió la primera batalla importante.

Leonel está desacreditado y de mala manera. Es verdad que no está preso ni enjuiciado. Cierto, pero eso es enteramente coyuntural.

Danilo Medina, prometió no investigarlo, denunciarlo ni enjuiciarlo y, para su pena y la nuestra lo ha cumplido. Por eso, cada intento y cada esfuerzo de Medina por diferenciarse de Leonel es asumido por el país como una denuncia de impotencia. Y lo es.

Tan cierto es lo anterior que Leonel ha reaccionado anunciando sus próximos rugidos y asegurando, maliciosamente, que sus relaciones con Danilo son excelentes cuando, hasta los chinos de Bonao saben que ese no es el caso. A propósito, nunca supe porque los dominicanos endilgaban a los pobres chinos de Bonao tan sempiterna y bucólica ignorancia.

Leonel Fernández apuesta a Buenaventura Baez que nunca pagó sus delitos con la cárcel pero quiere hacernos creer que imita y se inspira en Balaguer.

Los tiempos han cambiado. Leonel, necesita mantener y alimentar la creencia de que volverá a ser presidente de este conuco. Entre quienes le despreciamos y adversamos hay tantos tontos y seguimos siendo capaces de cometer tantos errores de todo tipo que, desgraciadamente, la posibilidad de Leonel volver a la presidencia en el futuro todavía existe, pero la admisión de semejante posibilidad  no desmiente un ápice su condición de cadáver político; lo que sucede es que, a fuerza de incompetencias y miserias reiteradas en nuestra historia, se ha hecho una costumbre de los dominicanos ir al cementerio a buscar presidentes.

A pesar de tan necrófila costumbre: habrá juicio.

A pesar de todas las apariencias transitorias: habrá juicio.

A pesar de que el procurador no procura ni la fiscal fiscaliza, a pesar de la vergüenza de tener a ambos: habrá juicio.

A pesar de Danilo y por encima de la gracia del comité político peledeísta: habrá juicio

It´s just a matter of time. . . y circunstancias.