Muchas personas alrededor del mundo hacen la experiencia sobre el sentido que tiene este tiempo de navidad.  Y desde ahí hacen  el recorrido de preparación previa frente a este  evento, este es el tiempo del  adviento.                                                               

Qué es el adviento?

El adviento es un tiempo donde se invita al “despertar”, despertar las diferentes dimensiones del ser. Es en este tiempo se vive desde el llamado que hacen los profetas toman el desierto como elemento de encuentro, Juan el bautista se convierte en la voz que grita en el desierto, “la voz que clama en el desierto y dice: preparen el camino del Señor, enderecen sus  caminos” (Lc 3,49).

El adviento es el tiempo litúrgico que precede a la navidad, en ese sentido, este tiempo se convierte en un momento propicio para la reflexión, la oración, la solidaridad y la espera constante, en este tiempo se prepara el camino para recibir la navidad, es decir, el nacimiento del Hijo de Dios, el Emmanuel o Dios con nosotros.

El adviento se convierte en un tiempo de espera alegre, dichosa, pues significa volver al origen, a lo que nos transmite la vida, es un volver al amor primero, es  vivir, despertar para conectar con la vida en todo su esplendor.

Este tiempo invita a caminar desde la pasión de la aventura de cada día, involucrándonos con el caminar de las demás personas en sus diferentes procesos de vida. En fin, en el adviento, se ve el mundo con los ojos del amor y de la esperanza.

Tiempo de esperanza    

Llama a la atención que este tiempo sea un momento para la esperanza, el amor, la justicia y la alegría, y el mundo se encuentre en el revuelto que está: con seres humanos que en grandes cantidades salen de sus países en largos cordones que denotan miseria, en busca de una mejor vida, hombres, mujeres y niños que caminan sin aliento,  mendigando lo que por dignidad le corresponde, personas que se pasean sin rumbo, sin sentido, sin esperanza.

Injusticia por doquier son el resultado de las  diferencias de  clase social, de los procesos de corrupción que viven los pueblos, junto a sus gobernantes, momentos de crisis,  donde muchas personas pierden la esperanza en cualquier tipo de cambio, pues se han sentido engañados, la lucha en  el día a día  por un pedazo de pan,  es parte del diario vivir de muchos seres humanos.

Con todo ese panorama, los profetas del adviento nos advierten de nuevo la alegría, Sofonías (3,14), Baruc (5, 1) habla del despojo de los vestidos de aflicción para usar un vestido de gala, y Jeremías (33, 15) se convierte en el profeta de la justicia y recuerda que: “Dios establecerá la  justicia y el derecho en la tierra”.

Habrá esperanza en este tiempo                                                                                                                                                     

Con este panorama, surge la pregunta: ¿Habrá esperanza en este tiempo?  Y la respuesta ya la han expresado los profetas, sin embargo, queda una acción en cada ser humano y es, preguntarnos qué actitud estamos tomando para que estas promesas se conviertan en realidad, y  a pesar de las grandes contradicciones que va cargando nuestro mundo, el reto es  mostrar, hallar, y promover algo diferente.

La actitud de las personas ayudará mucho a que haya esperanza y justicia en este tiempo y siempre.

Hay actitudes que pueden ser un referente y una preparación para que este tiempo sea verdaderamente un momento de esperanza y preparación para recibir la navidad, es decir, el nacimiento del hijo de Dios.

Acogemos vivir desde las actitudes de la confianza, la entrega, el perdón, la luz, el agradecimiento, el amor, la reconciliación, la oración, la coherencia, en fin… es un tiempo de vida para conectar con su fuente.

La esperanza del adviento se va a concretizar partiendo de la conducta de cada ser humano, pues la fuerza de la presencia de lo nuevo se instaura a pesar de todas las situaciones que se están  viviendo en la humanidad,  manifestada  en cada lugar de forma diferente e igual, sin embargo, desde ahí se mantiene una esperanza que trasciende, la fuerza que brota de lo más profundo en  cada ser humano con su alegría vital. Vivir la novedad.