No conozco a nadie que espere o crea que las elecciones del 2016 serán limpias. No hablo ni implico que sean inmaculadamente limpias sino, solamente, mas o menos, medianamente limpias. Y hay otros tantos a quienes simplemente no les importa un carajo como sean, ni que sean, siempre y cuando los beneficie.
Ahora bien, referido a los que nos importa. ¿Cómo es posible que todos –unos mas, otros menos- nos aprestamos a acudir a elecciones sabiendo de antemano que no serán limpias? Una respuesta simplista es: no acudir a las elecciones es peor porque le dejamos el campo libre a los peledeistas.
Será, me sigo preguntando, que ¿tenemos la esperanza de que un voto masivo en contra del Sr. Medina sea capaz de derrotar el fraude? Es razonable pensar así por cuanto han habido precedentes. Pero cada situación es diferente en la forma, escala y momento en que ocurre.
¿Debería esta creencia influir en nuestra manera de pensar y enfrentar el proceso electoral? Uno escucha a cualquiera hablar de las próximas elecciones, unos apuestan, otros discuten pero nadie coloca el fraude en el lugar que tiene. Lo sabemos y esperamos pero no se habla de ello en lo contidiano. Nuestros dirigentes no nos dicen, previenen, alertan ni preparan para luchar contra el fraude.
Es una omisión desgraciada imputable a todos los dirigentes de oposición. Han denunciado acciones fraudulentas e ilegales del gobierno pero no han educado al pueblo ni han preparado a la ciudadanía o lo que queda de ella para entender que todo el proceso en contenido y forma es ilegal y es fraudulento. Entonces, se pregunta uno, cuando el fraude y la ilegalidad adquieran la escala y las consecuencias esperadas en la fecha prevista ¿qué vamos a hacer y a decir? ¿Vamos a denunciar el fraude entonces? ¿Vamos a llamar a oponerse a ese fraude?
Los peloteros de grandes ligas atraviesan los llamados entrenamientos de primavera. Las orquestas sinfónicas y hasta los combos baratos acuden a sus ensayos. En todos los teatros del mundo, los actores de una obra ensayan y se preparan para la actuación. Todos los coros del mundo, religiosos o laicos tienen que ensayar y prepararse. Nosotros sabemos que nos han hecho, nos hacen y nos seguirán haciendo fraude pero no nos preparamos para la respuesta.
Si los dirigentes políticos dominicanos no son capaces de, responsablemente, paralizar el país mas de una vez antes de las elecciones, la escala del fraude puede asumir dimensiones inimaginables. Lo único que puede inhibir, reducir o bajar la escala del fraude es la determinación de resistirlo pero esa determinación necesita muestras, pruebas, ensayos, preparativos. Esa determinación hay que alimentarla, ponerla a prueba, educarla, entrenarla, prepararla física y mentalmente para el gran enfrentamiento y esa es una responsabilidad de los dirigentes. Y el pueblo debe exigirle esa preparación a sus dirigentes y debe aprender a medir su estatura, compromiso y determinación con esa vara. Entonces veremos quienes pasan el examen y quienes reprobaron.