Quien bate y toca los tambores de guerra en el Medio Oriente es Israel; lo hace por interés propio en primer lugar pero bajo la sombrilla americana y la complicidad europea donde apuntaló su influencia desde hace tiempo. Un pequeño país, convertido en potencia mundial, protegido por la comunidad judía internacional, la parte de la comunidad financiera que controlan, los millones de personas que todavía miran a ese país como las víctimas del holocausto y no como los victimarios de palestina; genocidas de la Nakba sin contar los políticos, funcionarios y militares controlados por dinero o sometidos por chantaje. En ninguna parte del mundo es tan poderosa la influencia israelí sobre la totalidad del sistema político como en los Estados Unidos.  En ninguna parte ha sido mas efectivo el chantaje ni mas productivo el secuestro de las instituciones americanas puestas al servicio de los intereses de Israel.

El gobierno israelí presidido por Benjamin Netanyahu ha cometido crímenes de lesa humanidad y genocidio reiterado contra la población palestina y, mas que sus predecesores, ha trabajado en labrar una visión de seguridad estratégica que garantice de manera absoluta la seguridad de Israel, su expansión física, su armamentismo y la destrucción de la capacidad militar de sus adversarios mientras, al mismo tiempo, condena a los demás a la inseguridad absoluta y ejerce un rol de creciente influencia y beligerancia mundial. Israel es un estado terrorista como la humanidad no había conocido que además acusa a otros de los crímenes cometidos por ellos.

Israel, concibió e instrumentó el derrocamiento de Mohamed Morsi en Egipto para deshacerse de un gobierno islamista moderado, debilitar el país, manejar con mas holgura su frontera sur y aumentar su influencia y control sobre la frontera, lo mismo que ellos condenan a otros por intentar. Luego, trató de destituir a Bachar el Asad en Siria por las mismas razones. Israel no quiere y mejor aun, teme una Siria organizada, política y económicamente capaz y militarmente fuerte. Por eso la apuesta israelí fue primero derrocar a Bachar y cuando este objetivo se reveló como inalcanzable intentan la partición del país y la separación forzada de la alianza Siria-Irán-Hezbollah con la sombrilla rusa. Israel sabía que no podía emprender ni manejar solo unos objetivo tan ambiciosas y de amplio calado, pero justamente para eso tienen ellos el lobby mas efectivo que país alguno haya jamás logrado.

Como ya antes se ha explicado, Siria está en el camino de Israel porque es aliado de Rusia y de Irán su archienemigo y porque ha logrado una colaboración militar efectiva con las milicias de Hezbollah que antes operaban desde el Líbano y ahora, tras incorporarse a la guerra en Siria contra el enemigo común, ha ganado experiencia, capacidades y constituye un peligro que Israel no ha podido destruir. Siria ha sido y es pieza clave; es la línea de suministro desde Irán y el lugar donde confluyen los intereses y capacidades de sus enemigos.

Israel, mas que nadie está vitalmente interesado en hundir a Siria y a Bachar lo cual, con la amplia y generosa ayuda de Occidente, EEUU, Inglaterra, Arabia Saudita y otros, hubiera logrado si Rusia y Putin no se hubieran interpuesto en su camino imposibilitándolo. Por lo tanto, surge renovada la necesidad de crear la condiciones de opinión publica mundial que toleren y faciliten la agresión a Siria involucrando a una o mas de las grandes potencias.  Ese momento parece haber llegado ahora y por las siguientes razones:

En Israel, Netanyahu se enfrenta a una serie de acusaciones de corrupción suyas y de su esposa que a lo interno y en otra época hubiera bastado para destituirle pero que en el capitalismo postmoderno, se toleran. A lo externo y a pesar de la protección que le brindan los grandes medios de comunicación, la imagen de Israel continua deteriorándose en todo el mundo y el antisemitismo también está en alza.

En Inglaterra, la Primer Ministro acudió al expediente Skripal, el supuesto envenenamiento de un ex espía doble con Novichok, una sustancia calificada de arma química. En el escandalo creado, sin pruebas y sin esperar el informe de una comisión de expertos el gobierno expulsa diplomáticos rusos y conmina a otros países a hacer lo mismo mientras en los EEUU abrazan calurosamente la acusación. Con este caso Theresa May no solamente desvió la atención publica de sus fracasos en la negociación del Brexit, los muertos de la torre Grenseld, la crisis en el sistema de salud pública y la perdida de votos en las elecciones de junio que le costaron la mayoría a los conservadores. Adicionalmente, Theresa May preparó la cama para acelerar y profundizar la demonización de Putin y de Rusia para el enfrentamiento en Siria a cuya ocurrencia asistimos aun atónitos.

En los Estados Unidos el Estado Profundo tras apoderarse de Donald Trump en cuerpo y alma, implementa sus políticas inspiradas en un regreso acelerado a las desigualdades que mitigó el New Deal  y los programas de la “Gran Sociedad” de los años 60 mientras, en el plano internacional,  relanza –ahora sin reglas- la Guerra Fría, denunciando, condenando, acosando, sancionando y provocando a Rusia cuya reorganización y reposicionamiento rehúsa aceptar creyendo que pueden volver a los tiempo de Yeltsin. La presidencia de Trumo, empero está amenazada por investigaciones, procedimientos judiciales, posible enjuiciamiento, descrédito internacional, debilitamiento de su  base política interna y ante el persiste todavía el espectro de un procedimiento de destitución. También, él, como Theresa May y Netanyahu necesitaban una gran crisis que desviara la atención publica mundial. Por eso y solamente por eso, todos estos actores se pusieron de acuerdo para fabricar otro ataque de armas químicas en Siria tras lo cual vinieron las amenazas de bombardeo masivo y escarmiento de “tan criminal acto” que solamente ha existido en su imaginación como el incidente del Golfo de Tonkin en el Viet Nam de 1964 y las armas de destrucción masiva de Sadam Husssein en el Iraq de 2003 que nunca existieron.

Rusia ha advertido que derribarán los misiles que sean lanzados sobre Siria. El embajador ruso en el Líbano fue mas lejos anunciando que atacarían también las plataformas desde las cuales hubieran sido lanzados. Moscú, moderó el lenguaje y creo que ese embajador fue mandado a decir eso deliberadamente, para dejar espacio a una propuesta de dialogo. Pero Occidente no quiere dialogo ahora, Tiene sus propias crisis múltiples.  Se trata, posiblemente, no tanto de empujar el mundo al holocausto nuclear -aunque eso también es posible- sino de ver hasta donde están dispuestos a llegar los rusos en defensa de un aliado y hasta donde Israel cuenta con los suyos para tratar de evitar que, tras la terminación de la guerra en Siria, guerra que ellos armaron y financiaron, ese país quede en condiciones tales que no pueda constituir una amenaza para Israel ni hacerle frente a las agresiones, al expansionismo sionista y el genocidio sobre los palestinos. Trump es la expresión descarnada del Estado Profundo, (la corporación, la maquina, el sistema) que no quiere competidores ni acepta la idea de volver a un mundo multipolar donde la hegemonía americana tenga que ser repartida y negociada.

Los presidentes y primeros ministros no tienen ni la estatura, ni los valores, ni la moderación, ni la experiencia ni la visión de la generación anterior de jefes de estado. Macrón, Theresa May, Trump no están a la altura ni de los cargos ni del momento que ellos mismos han creado. Este escenario, salvando muchas y dramáticas diferencias, me ha recordado la crisis de los cohetes de 1962 pero la sed de sangre, de lucro y el nivel de locura es ahora mayor.