Nueva York.-El arresto del ex presidente de la Asamblea General de la ONU, John Ashe y del embajador dominicano Francis Lorenzo, acusados de soborno y lavado de activos, forma parte de una nueva política estadounidense.

El presidente Barack Obama inició esta “Guerra Contra la Corrupción”, que sustituirá a la fracasada “Guerra Contra las Drogas”.

Antes de la ONU, Washington investigó corrupción en FIFA.  Aquí acusó de soborno al senador de New Jersey Robert Menéndez y al médico dominico-americano Salomón Melgen.

En Guatemala, Washington apoyó la destitución y arresto del corrupto ex presidente Otto Pérez Molina. En Brasil forzó el arresto de funcionarios, ejecutivos y empresarios por sobornos. Ahora hasta hablan de destituir a la presidenta Dilma Rousseff, por corrupción.

Esta nueva política de Washington explica por qué su embajador en Santo Domingo, James “Wally” Brewster, Jr., actúa libremente como activista anti-corrupción, sin las sutilezas diplomáticas.

La “Guerra Contra la Corrupción” tiene los mismos objetivos que la vieja “Guerra Contra las Drogas”.  Busca impedir “salidas ilegales” de la pobreza. Quien nace pobre generalmente debe morir pobre, quien tiene el “privilegio” de cobrar un sueldo, solo acumula múltiples e impagables cuentas por pagar. Siempre mueren sin pagar todas sus cuentas.

Un político corrupto y un narco, acumulan en pocos años lo que a muchas familias les tomó generaciones de “trabajo honesto”.  Esos “nuevos ricos”, en nuestra sociedad postrada ante el Dios Dinero, adquieren tanta importancia como los “grupos tradicionales” de “sangre azul”.

Además, los sobornos atribuidos a Lorenzo, por ejemplo, son muy corrosivos para las corporaciones estadounidenses. Sobornando, dicen, canalizó negocios para varias empresas chinas en Antigua & Barbuda. Si lo dejan actuar, Estados Unidos perderá su “mercado cautivo” en la región.

Para nuestros “honorables” políticos corruptos iniciaron días muy difíciles,  pronto Washington declarará abiertamente su “Guerra Contra la Corrupción”.