Resumiendo el drama argentino ha sido una tarea pedagógica, no tanto por mis estudiantes de economía, sino por los políticos criollos que deberán asumir el dilema a que se enfrenta Cristina Fernández, la presidenta de Argentina, porque vamos en la misma dirección de tener que reestructurar nuestra deuda externa que crece de manera aceleradísima, algo así como fue en el período de la última década del país rioplatense.

Lo que se está jugando Argentina es evitar el “default”, pero cómo ella ha mostrado voluntad y capacidad de pago, entregando los más de 500 millones de dólares para el pago puntual del cupón correspondiente que no se realizó por el “Griesafault” (haciendo un juego de apalabras con default).

Cristina ha encontrado un peso pesado de la profesión económica para vanagloriarse de haber puesto al Juez neoyorkino contra las cuerdas, como llaman los fanáticos del boxeo, como es Joseph Stiglitz, como ya informé que lo hizo en una entrevista en Ámbito Financiero, de Chile.

En esta ocasión, Stiglitz lo ha firmado y afirmado con argumentos en un artículo en El País, de Madrid, España, La moratoria ‘a la Griesa’ de Argentina,  que podemos encontrar en el enlace siguiente: http://economia.elpais.com/economia/2014/08/22/actualidad/1408732136_001362.html

La “barbaridad económica” según Stiglitz, sería la ruptura de la confianza en las reestructuraciones de la deuda soberana de los países que se hace en el famosísimo “Club de París”, cuando escribe: «El reembolso en los términos estipulados por Griesa devastaría la economía argentina. NML Capital y los otros buitres, que a pesar de que en su conjunto solamente representan al 1% de los acreedores, recibirían un total de 1.500 millones de dólares. Otros acreedores que se negaron a participar en el proceso de reestructuración (un 6,6% del total) recibirían 15.000 millones. Y, debido a que en la reestructuración de la deuda se estipula que todos los acreedores que aceptaron dicha restructuración podrían demandar que sus deudas sean tratadas de acuerdo con los mismos términos que se otorgan a los acreedores que se negaron a participar en la quita, Argentina podría entrar en apuros ya que tendría que pagar 140.000 millones adicionales. El reembolso en los términos estipulados por Griesa devastaría la economía argentina. NML Capital y los otros buitres, que a pesar de que en su conjunto solamente representan al 1% de los acreedores, recibirían un total de 1.500 millones de dólares. Otros acreedores que se negaron a participar en el proceso de reestructuración (un 6,6% del total) recibirían 15.000 millones. Y, debido a que en la reestructuración de la deuda se estipula que todos los acreedores que aceptaron dicha restructuración podrían demandar que sus deudas sean tratadas de acuerdo con los mismos términos que se otorgan a los acreedores que se negaron a participar en la quita, Argentina podría entrar en apuros ya que tendría que pagar 140.000 millones adicionales.»

Por ello es que el “Griesafault” queda evidenciado que es un “traspiés” jurídico que obligará a buscar solución novedosa, como revivir los intentos que en la década final del siglo pasado se hicieron en el Fondo Monetario Internacional. Dice Stiglitz: «En el período previo al 30 de julio, los buitres llevaron a cabo una campaña del miedo. Ellos aseveraban que una segunda suspensión de pagos en 13 años sería un gran revés para Argentina, ya que amenazaría a la frágil economía del país. Sin embargo, todo ello se basaba en la conjetura de que los mercados financieros no irían a distinguir entre una suspensión de pagos corriente de una moratoria a la Griesa, o como se la denomina en inglés una Griesafault. Afortunadamente, los mercados sí hicieron esa distinción: los tipos de interés para las diferentes categorías de préstamos a empresas argentinas no reaccionaron ante el suceso. De hecho, los costos de endeudamiento al 30 de julio fueron más bajos que la media de todo el año.»

El gambito de Cristina, parece, que en palabras de Stiglitz, nos abre ventanas que permitirán aires nuevos en las crisis financieras de la deuda soberana, la que debemos prepararnos los dominicanos si nuestro Índice de vivir de préstamos sigue su marcha gloriosa.