Esperaba una oleada, un golazo hoy.
A primera hora, grabé cinco poemas
amerindios de golpe que Pedro Granados
concibió; aquél que vivió en Piura
y nació en Lima, que enseñó a los brasileños
en la frontera de Iguazú, el de los estudiosos
de Vallejo con heraldos negros tejidos
en los hombros, el mero mero de mis andanzas
en el mundo de los blogs literarios…y bueno
los subí al canal de la poesía y no sabes
con cuánta expectativa que hasta mi camisa
sudaba de alegría en esta primavera cambiante
como debe ser, con altibajos y hoy
una temperatura hacia arriba y sabes
estamos a seis horas de las publicaciones
de cinco no cuatro ni siquiera un poema maestro
pero cinco y nada, un solo nuevo suscriptor
y una dama muy amiga que me simpatizó
aunque no usa ni portátil ni televisión
pero logró suscribirse al canal de la poesía
que sigue experimentando días desapercibidos,
días de olvido, días que incluso el maestro Granados
no puede cambiar como aquel rey Midas ante
las mareas como yo con el recuerdo de tus besos
presente en plena pandemia y nada salvo que
tengo doce lustros y dos suscriptores más antes
que la noche caiga, antes del fin ni siquiera
del mundo, este poema.